El año 2013 comenzó con mucha expectativa en el plano político y económico para nuestro país, sin embargo poco a poco la cúpula del chavismo (que son hasta más chavistas que el propio Chávez) se ha encargado de aparentar que tiene, por ahora, el control del coroto.
La designación de Diosdado como Presidente de la Asamblea Nacional ratificó básicamente el poder político que tiene el personaje actualmente en Venezuela, todo el aparataje del Estado para desviar la atención pública de la toma de posesión del 10 de Enero sirvió para que nos diéramos cuenta de que estamos atravesando un periodo de anarquía jurídica, y finalmente la designación de Jaua como canciller de la República con la firma electrónica de Hugo Chávez en la Gaceta fue la más reciente burla roja a nuestro intelecto y sentido común.
Habiendo saldado estas deudas y siendo las próximas elecciones en cuatro meses, la próxima etapa del plan estratégico rojo es relativamente predecible: deben buscar (o crear) una pelea con alguien que valga la pena causar un alboroto. Esta guerra comunicacional es fácil y es algo a lo cual los rojos están acostumbrados. El mismo Chávez ha incursionado en esta estrategia par de veces y ha logrado desviar la atención pública de lo que realmente es importante para el país. Ya hemos visto en estos días como a medida que se acercaba la toma de posesión aumentaban las amenazas de expropiaciones y las inspecciones arbitrarias en las empresas de alimentos.
Sin entrar en los detalles de la salud del presidente, porque no soy ni doctor ni adivino, es importante resaltar que el mismo ha estado fuera de cámaras, fuera del país, y fuera de acción por más de un mes. Por los momentos no sabemos si las decisiones que ha tomado el chavismo en el 2013 son indicaciones del propio presidente o más bien interpretaciones de sus últimas palabras. Pero lo cierto es que con interpretaciones, lealtad y buena voluntad no se gobierna y aquí lo que hace falta es gobernar. Punto.
Gobernar implica tomar decisiones, asumir la responsabilidad y compromiso, y hacerse cargo de un país que pide a gritos estabilidad. Venezuela necesita que se tomen medidas en materia económica y de seguridad porque simplemente es un riesgo muy alto seguir corriendo la arruga, y ni Diosdado ni Maduro se atreven a meterle el pecho a este país.
Estos señores están empeñados en transmitir una imagen de unidad y de buen gobierno porque ambos saben que a corto plazo las disputas por el poder no los van a llevar a ningún lado. Esa es una pelea que ahorita no vale la pena tener. Pero mientras no aparezca Hugo Chávez en la escena Venezuela seguirá en el limbo, aumentará la incertidumbre y seguiremos naufragando en un gran “mientras tanto”. Y lo peor de todo es que debemos soportar, quien sabe por cuánto tiempo, las arbitrariedades a todo nivel porque cuando el gato no está… los ratones hacen fiesta.
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