Reflexión
En homenaje al sistema educativo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Trabajar como profesor, docente o catedrático en una institución universitaria es un verdadero privilegio. Lo digo de tres formas, para el gusto de cada quien. La verdad fui bendecido por El Altísimo al impartir clases en la UPEL una vez que me gradué en mí amada especialidad de Ciencias Sociales. Mención Historia. El rendimiento académico que obtuve me favoreció y la universidad me contrató como profesor supernumerario. Así lo llamaban. Poder ser inmediatamente colega, de mis admirados profesores de entonces, no tiene comparación. Aquiles Boscán, Lucila Mujica, Andrés Montero, Dulce y Heraclio Zaraza, Orlando Brice, Orlando Marcano y otros, a quienes recuerdo con mucho cariño, es algo demasiado especial. De ellos, no solo aprendí los contenidos teóricos y programáticos, sino que pude absorber, luego, estando a su lado en la labor docente, la calidad humana y profesional que hoy evoco con emoción.
No voy a decir “que todo tiempo pasado fue mejor”, por cuanto ya no laboro en docencia universitaria. Ellos, mis profesores, si todavía están activos, lo cual no dudo, por sus capacidades, serán los mejores testigos. Lo que sí puedo afirmar sin temor a equivocarme, es, que nuestra experiencia magisterial, por las aulas del PEDAGÓGICO, actualmente UPEL, fue una vivencia maravillosa que siempre, cuando tenemos oportunidad la contamos con entusiasmo, como en esta ocasión. Así como también a nuestros hijos y ahora a nuestros nietos.
Sin embargo, el tiempo, la vida y la inigualable experiencia de sumergirme en la palabra de Dios. En el estudio y la reflexión del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, formó en mí un concepto de la vida que va más allá de los objetivos educativos de aula. Si bien toda la educación formal es necesaria y útil. Si bien debe ir en paralelo con la conformación de una moralidad edificante y constructiva. Sin Dios y sin el Evangelio Eterno no tendrá trascendencia verdadera. En mi humilde opinión, es allí donde encontramos la verdadera Educación Superior.
Cuando el rey Nabucodonosor procede a la conquista de Judá y Jerusalén. Hecho este registrado por la historia universal entre los años 605 a de C y el 562 a de C. Y decide llevar esclavos para que le sirvan en su corte a un gran número de personas del pueblo de isarael. Se asegura que sean jóvenes bien educados. Que porten en su intelecto la formación de una verdadera Educación Superior. El registro bíblico lo presenta así. “Entonces, el rey dijo a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los israelitas, del linaje real, de los príncipes, jóvenes sin defecto, de buen parecer, entendidos en toda sabiduría, cultos e inteligentes, y aptos para servir en el palacio del rey.”.Dan.1:3,4.
En esa “camada”, vinieron cuatro jóvenes cautivos que iban a dejar un testimonio de fe, fuerza, convicción y valentía para los cristianos a través de toda la historia y para la humanidad. “Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de Judá, a quienes el jefe de los eunucos puso nombres. A Daniel lo llamó Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego.”Dan.1:6,7. La idea era cambiarles su personalidad. Ganarlos para la falsa adoración. Pero, cuan equivocado estaba este rey. La Educación Superior recibida, los tenía preparados para afrontar los momentos más difíciles que sobrevendrían. No fue suficiente la inminente muerte en el horno de fuego para doblegar su fe. Exaltaron así, al Dios Eterno y la educación que seguramente sus padres les inculcaron cuando niños.
El decreto fue contundente. Estaban obligados a postrarse y a adorar la estatua de oro que habían construido para honrar al rey so pena de muerte. El mismo Nabucodonosor los visitó y estaba furioso. Les dijo “¿Estáis prestos a postraros y adorar la estatua que levanté? Porque si no la adoráis, en esa misma hora seréis echados en un horno de fuego ardiendo. ¿Y qué dios os librará de mis manos?» Dan.3:15.
Pero estos jóvenes, cuya educación era muy superior, no se iban a amedrentar ante la muerte inminente. Contestaron. «Nuestro Dios a quien honramos, puede librarnos del horno de fuego. Y de tu mano, oh rey, nos librará. «Y aunque no nos librara, sepas, oh rey, que no adoraremos a tu dios, ni la estatua que has levantado».Dan.3:17,18. ¿Qué les parece?
Definitivamente el cristiano de hoy necesita estudiar y meditar más en la palabra de Dios, para que eche las bases de una educación verdaderamente superior. Que lo libre de tradiciones y lo coloque en el camino genuino de la Salvación. !Hasta el martes Dios mediante!
“¡Cuántos celebran El nacimiento de Cristo y Cuán pocos, sus preceptos. ! Oh! ¡Es más fácil de mantener días de fiestas que Mandamientos.” Benjamín Franklin.