Cantos de alabanza, alegría y regocijo colmaron desde tempranas horas del día las calles y avenidas de Barquisimeto, ciudad que cada 14 de enero se viste de colores para recibir a la madre de Dios, bajo la advocación de la Divina Pastora.
Como un rebaño de ovejas que se deja guiar a ciegas por la mirada de quien vela por su bienestar, de quien cuida por sus hijos y los lleva por un sendero de luz, millones de personas acompañaron a la Virgen en su recorrido 157º, en señal de su catolicismo.
Devoción popular que hace de la cultura larense una joya sin igual, una tierra cálida, descrita por propios y visitantes como un pueblo que cree, un pueblo bendito por la gracia del Señor y que vive en constante oración.
En familia o como congregaciones, hombres y mujeres, abuelos, niños y jóvenes, dieron fe de que las promesas no tienen límite alguno para convertirse en un hilo conductor entre lo celestial y lo terrenal.
Tolerancia, paz, salud, además de un país próspero y unido fueron las peticiones que el pueblo venezolano formuló a esta Madre que escucha e implora por su rebaño, que año a año suma nuevos testimonios de fe.
Obediencia, rectitud, respeto y admiración son los votos o promesas renovados ante la Virgen, la pastora de un rebaño puro de alma y corazón.
En familia o individualmente, entre amigos o como celadores, lo realmente significativo es asistir y acompañar a la Pastora.
Este 14 de enero grupos como Proyecto de Amor o familias como la Yáñez Rojas, de tradición chilena y corazón “guaro”, escoltaron a la Virgen en su visita 157º. Entre cantos, risas y oraciones veneraron a la Madre de Jesús y dieron gracias por la vida.
Unos le agradecieron por concederles el milagro de la fertilidad, mientras otros se levantaron bien de mañana y corrieron por toda la ciudad en honor a la Divina Pastora.
En hombros no llevaron una carga pesada, alzaron su fe y devoción cristalizada, mismo sentimiento que hizo el recorrido más ligero, regocijo puro para el alma y el corazón.
“Me devolvió la vida”
Dicha frase fue lo primero que exclamó Elio Quevedo Suárez, al hablar sobre su caminata junto a la Virgen. Un hombre trabajador a quien cuatro años atrás le fue detectado un nódulo maligno y que por petición a Dios, a través de la Virgen, milagrosamente desapareció.
Desde ese entonces él y su familia, además de grandes amigos, se unen cada 14 de enero y caminan junto a la Pastora. También regalan 400 franelas estampadas en honor a la Virgen.
“Esto es poco ante lo que ella me concedió; me devolvió la vida y por ello hoy puedo acompañarla junto a mi familia”.
“Río de fe larense”
Así lo siente la dama de 64 años de edad Marianela Pérez, quien junto a su sobrina viajó desde Tucacas para pagar la promesa que meses atrás realizara a la Divina Pastora.
“Soy una mujer de edad avanzada y debía operarme de la vista; un desprendimiento de retina. En toda Venezuela conocemos acerca de la Divina Pastora y en medio de mi temor decidí pedirle por la operación. Todo salió muy bien y hoy cumplo con regocijo mi promesa”.
Es la primera vez que asistía a la procesión de la Virgen y se muestra sorprendida por lo que llamó “río de fe larense”.
“Ella nos da salud”
José Salas, joven de 25 años de edad, está seguro de esto. Dos años atrás prometió a la Virgen caminar descalzo, cargando una cruz y vestido de nazareno (de por vida) por la salud de un gran amigo, de su “hermano”, quien por problemas de azúcar en la sangre se vio perjudicado con una extraña patología.
Su amigo sanó y él da gracias a la Virgen por permitirles tenerlo vivo.
Junto a Juan Salas camina su familia, quien es fiel devota de la Divina Pastora, y la familia de su amigo, quien apoya al joven durante la procesión.
Foto: Ángel Zambrano
