Caminito que un día
El tema acerca de la Divina Pastora y su intervención en la extinción del cólera luego de la invocación del padre Macario Yépez y su muerte inmediata exige ser examinado con mayor rigor a como ha sido presentado. A tres aspectos nos queremos referir:
Acerca de esta invocación del padre Yépez que, en la versión popularizada había hecho a la Divina Pastora, según unos en la Cruz Blanca al momento de recibirla el 14 de enero de 1856 y, según otros, en el interior del templo de la Inmaculada Concepción, luego de la procesión, el Hermano Nectario María en su libro Historia de la Divina Pastora, publicado en 1925, dice lo siguiente:
“…El Padre Macario Yépez, movido por un celestial impulso de caridad cristiana, exhaló su alma en sublimes términos de abnegación y heroísmo: cayó de hinojos, puestos los brazos en cruz y vuelto hacia la imagen, con voz fuerte y trémula, entrecortada por sollozos, exclamó: Virgen Santísima, Divina Pastora, en aras de la justicia divina, por el bien y salvación de este pueblo, te ofrezco mi vida, Madre Mía, Divina Pastora, por los dolores que experimentó tu divino corazón cuando recibiste en tus brazos a tu Santísimo Hijo en la bajada de la Cruz, te suplico, Madre mía, que salves a este pueblo, ¡que sea yo la última víctima del cólera!”(p.47).
Como resultado, dicen unos, allí mismo, frente a la imagen divina, habría muerto el padre Yépez, pero ante la evidencia de que esta defunción acaeció en junio de 1856, otros arguyen que el milagro se dio pues, aunque el cólera cobró más víctimas después del 14 de enero, esas defunciones fueron no en Barquisimeto sino esporádicamente en los alrededores de la ciudad. Alegan además que el padre Yépez, si murió de tifus, fue como consecuencia del morbus colérico.
Por cierto, en 1918 se produjo una encendida polémica acerca de este mismo asunto, iniciada curiosamente en el órgano de la Sociedad de la Divina Pastora, titulado “El Buen Pastor” donde el cura de Santa Rosa escribió lo siguiente:
“Entre la aparición del cólera y su extinción, que para el 14 de enero del año siguiente de 1856 y la muerte del Pbro. Yépez ocurrida en junio de este mismo año, es menester ver un lapso de cinco meses. Cabe preguntar ¿si este sacerdote murió de cólera, cómo se explica que haya habido el milagro? Porque para esto era lógico que el mal continuara en curso hasta la muerte del padre Yépez, y por consiguiente no habría tal milagro, porque hubiera durado lo que todas las epidemias, es decir, de 5 a 6 meses. Y si la epidemia cesó el 14 de enero y desapareció el mal por milagro ¿cómo se concibe que haya muerto el Padre Yépez de dicho mal, después de haber desaparecido por el milagro?”
Ciertamente el cólera no se extinguió en enero.
En 1929 circuló un libro cuyo autor, P.D. Rodríguez Rivero, tituló Historia de la epidemia de cólera en Venezuela (1854 – 1856), en el cual se dice cómo en agosto de 1856 todavía se registraban defunciones a causa del cólera, enfermedad que en Lara produjo un total de 837 víctimas: 633 en Barquisimeto; 51 en Duaca; 26 en las Veritas; 17 en Bobare; 63 en Santa Rosa; 1 en Algaride y 46 en Cerritos Blancos.
Y según partidas de defunción encontradas en el Archivo Parroquial de Barquisimeto, María Trinidad Ortega y otra persona no identificada fallecieron de cólera el 23 de abril y el 16 de junio de 1856 respectivamente.
A la luz de estas informaciones no parece acertado insistir, como se ha venido haciendo, que la epidemia de cólera en Barquisimeto haya terminado el 14 de enero de 1856 como producto de la invocación del Padre Yépez con oferta de su vida a cambio del cese de la enfermedad.
Un testimonio irrebatible, prueba que este hecho sucedió de modo distinto.
No se puede negar que el padre Yépez oró en la oportunidad de la primera visita de la virgen a Barquisimeto. Efectivamente lo hizo en la Cruz Blanca, según testimonio escrito del general Gumersindo Giménez y naturalmente debió hacerlo en el templo de la Concepción y en sus oraciones debió clamar por la extinción de la epidemia pero ofrecerse como última víctima de esta enfermedad, a menos que haya sido en la segunda oportunidad, no fue a la Divina Pastora ni en la Cruz Blanca ni en el templo de la parroquial, sino en su casa de habitación y a la patrona de Barquisimeto, de cuya iglesia, hasta el 16 de junio de 1856, fue su vicario, tal como lo dejó escrito su amigo y compañero, el Pbro. José María Raldíriz quien, poco tiempo después de la muerte de Yépez contó cómo a las 5 de la mañana del 16 de junio, el enfermo “Se levantó del lecho y estando delante de la imagen de la Santísima Virgen María, bajo la advocación de su Concepción Inmaculada, que se le había llevado a su casa como la patrona de este pueblo exclama: ‘VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS, POR EL MISTERIO DE TU CONCEPCIÓN INMACULADA, TE PIDO RUEGUES A TU SANTÍSIMO HIJO JESÚS, ME OTORGUE LA GRACIA DE QUE SEA YO LA ÚLTIMA VÍCTIMA DEL CÓLERA EN ESTA CIUDAD` y volviendo a su lecho, entregó su alma en manos de Jesús”.
El texto auténtico, exactamente como queda citado, se lee en un libro post- mortem del Pbro. Mtro. José Macario Yépez, titulado Defensa de la Iglesia y su patrimonio, publicado en 1857 en primera edición por la Imprenta Giménez, calle del Libertador Nº 67, reproducido por la Gobernación del Estado Lara en 1951.
Véase en sus páginas 40 a 44, de la 2ª edición el texto del padre Raldíriz titulado “Un recuerdo a la memoria del Pbro. Mtro. José Macario Yépez”, la invocación que hizo el padre Yépez, momentos antes de morir, en la cual, es muy claro que padecía de cólera pues pide ser la última víctima de dicha enfermedad que todavía en junio de 1856 continuaba causando víctimas en Barquisimeto, entre ellas la de Yépez, no la última exactamente pero si una de ellas, pues cólera hubo, por lo menos hasta agosto de 1856 según los datos estadísticos aportados en 1929 por Rodríguez Rivero.