#Opinión: A 50 años de Estocolmo (2/2) Por: Edilberto Ferrer

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Tales eran parte de los escenarios que envolvían el momento del  Estocolmo de 1.972. Allí, bajo la batuta de Ingemund Bengtsson, Ministro de Agricultura sueco; con la participación de 1.200 delegados  que representaban 110 países; quien suscribe, participó como integrante estudiantil de la delegación inglesa, capitaneada por Max Nicholson, autor del “best seller” “The New Environmental Age” La Secretaria General de la Conferencia, estuvo a cargo del antiguo director de la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional Maurice Strong, uno de los principales promotores del evento.
Los debates de esta conferencia giraron en torno a las i9nevitables contradicciones existentes entre los países participantes a ese foro, lo que estimuló un mayor interés a distintas reuniones ecologistas  que se celebraron en toda Suecia, aprovechando la convocatoria, que intentaron ofrecer alternativas al callejón sin salida en el cual se debatían los representantes del ecologismo oficial. En esos días, Barry Commoner preconizaba una civilización ecológica, respetuosa de los ritmes de la Naturaleza y la utilización de tecnologías suaves. Se acuño e esos tiempos, se acuñaron los términos “Ecodesarrollo” y “Desarrollo con Rostro Humano”
Hubo una “Declaración de Estocolmo” que partía de la premisa de que    “…El Hombre es a la vez obra y artífice del medio del medio que le rodea, el cual le da el sustento material y le brinda la oportunidad  de desarrollarse intelectual, moral, social y espiritualmente. En la larga y tortuosa evolución de la raza humana en este planeta, se ha llegado a una etapa en que, gracias a la rápida aceleración de la ciencia y la tecnología, el Hombre ha adquirido el poder de transformar, de innumerables maneras y en una escala sin precedentes, cuanto lo rodea. Los dos aspectos del medio humano, el natural y el artificial, son esenciales para el bienestar del Hombre y para el goce de los derechos fundamentales, incluso el derecho a la vida misma…”
Esta Conferencia Mundial, dio lugar, además., en múltiples países, a la promulgación de instrumentos de legislación ambiental, así como la estructuración de Ministerios y Secretarías con responsabilidades ambientales. En Venezuela, se promulgó la Ley del Ambiente (1975)  y la creación del Ministerio del Ambiente (1976). Se organizaron, asi mismo, dentro del marco de la Organización de las Naciones Unidas de las agencias Programa de las NNUU para el Medio Ambiente y el Programa de las NNUU para el Desarrollo. Hoy, a cincuenta años de Estocolmo, los acontecimientos nos han dejado atrás; si bien ha habido muchos cambios positivos, estos han sido insuficientes y los problemas ambientales, no solo empeoran, sino que se aceleran al ritmo como los políticos y los economistas crean que es posible comer dinero.
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