Entre cuerdas y metales: Orquesta Mavare ofrenda su música a la Divina Pastora

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Tres íconos larenses hilvanaron sus historias para que cientos de católicos, fervorosos creyentes de la Divina Pastora, se congregaran la noche del pasado viernes en la plaza Bolívar de Santa Rosa, a propósito de disfrutar de una de las tantas serenatas que por estos días Lara ofrenda a la Virgen, previo su recorrido 157.

Esta noche la Orquesta Mavare, que el pasado 31 de diciembre celebró su aniversario 115, ofreció por onceavo año consecutivo la esperada serenata que cada mes de enero el pueblo de Santa Rosa espera para agasajar a la Madre de Dios entre valses, merengues y pasos dobles, propios del repertorio larense tradicional.

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Bajo la dirección de José Ángel Montesinos y con el apoyo de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), que aún celebra su medio siglo de existencia,  una treintena de músicos vistieron de traje y corbata,  tomaron sus instrumentos y ofrendaron a la Divina Pastora, frente a su morada, un excelso repertorio musical, periplo melódico que llevó a los asistentes por diversos rincones culturales de la tierra crepuscular, como El Tocuyo y Carora.

Gran repertorio

Como una antesala a lo que el pueblo mariano escuchará  mañana en la plaza Macario Yépez, en su primer concierto en el año, las cuerdas y vientos-metales de la Orquesta Mavare abordaron una recopilación de temas propios de antiguos directores musicales… piezas emblemáticas de la histórica agrupación, compuestas por la primera generación de músicos de la Mavare. Entre tantas, fueron ejecutadas melodías de Miguel Antonio Guerra, como Ofrenda de Amistad y Mi bello amor.

En esta primera parte del concierto no podía faltar la famosa Marcha de la Mavare, himno de la agrupación compuesto por Napoleón Lucena, y el paradójico tema Llorando también se goza, pieza con una data de más de 130 años que se le atribuye a Ramón Mavare.

Los ojos de Santa Rosa estaban dispuestos sobre los músicos. Acto seguido, los presentes disfrutaron de una segunda parte del concierto compuesta por piezas propias del período de dirección del maestro Napoleón Lucena, comprendido entre 1915 y 1965.

El Barquisimeto de aquel entonces se hizo presente y el público fue complacido con temas de otros compositores como Ángel María Abarca, Juan Manuel “Juancho” Lucena, Juan Pablo Ceballos y Antonio Carrillo. De esta última gloria de la música larense interpretaron el bambuco San Trifón.

Para cerrar este programa musical, entre mieles y glorias, presentaron parte de una investigación musical realizada por miembros de la orquesta, que desde hace par de años investigan el legado musical del compositor caroreño Feliciano Montes,  trabajo ingenuo y popular, cargado de interesante riqueza cultural y atractivos mensajes.

En su incauta combinación entre la poesía y la línea melódica, esta noche fueron presentadas obras como Caroreñota mía, Tocuyana, Empedrado, Alma de mi vida, Lección de amor y Me voy mañana.

Estas piezas fueron interpretadas líricamente por las sopranos Cheita Quintana y Eirina Pérez, también acompañadas del tenor Miguel Ángel Arapé, ganador de la Voz Universitaria en 1994.

Hasta el pasado año, Rafael “Pepi” Montes de Oca era quien conducía la organización de esta serenata. No obstante, partió a su encuentro con el Señor el pasado mes de abril, por lo cual los  músicos de la orquesta de estilo académico-popular, la más antigua de Venezuela, le dedicaron algunas piezas.

Foto: Edickson Durán/ Emanuele Sorge

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