Desde mi cátedra
En estos primeros días de enero, aún nos bañan los aires navideños, y más entre nosotros los católicos que celebramos el 15, el día del Niño Jesús. Y de ese ambiente de la Navidad que no nos abandona, no podemos despegarnos del sabor de la suculenta hallaca que tanto gusta a los venezolanos.
Como todo el conglomerado del país sabe, la hallaca es el plato por excelencia en nuestra Navidad. La cena navideña de toda familia venezolana se engalana con este manjar criollo, la cual no falta ese día, ni los subsiguientes, en la mesa de ningún estrato social, por formar parte de nuestra cultura y tradición culinaria.
Mucho se ha escrito sobre su origen, aunque no es fácil identificar con exactitud, pero sí podemos establecer que su creación está en la cultura indoamericana por las características de su hechura o elaboración. El filólogo Ángel Rosenblat, estudioso lingüístico y de los vocablos castellanos ratifica que el término hallaca pudiese venir del “ayua o ayuar” guaraní, que significa mezclar, y que derivó en “ayuaca”, y “ayaca”, para terminar conociéndose como el vocablo actual: Hallaca.
Acordarnos de la “multisapida” como la llamaba Rómulo Betancourt, viene al caso, porque, como decía al principio, aún tenemos su sabor en el paladar, y este excelente y rico bocado es gratificante al buen gusto gastronómico criollo; y además acude a mi mente lo que simboliza la hallaca al final del año y comienzo del otro, tan apetecida y gustosa, y en los albores de este 2013 el cotarro político lo enrarece lo que queda del régimen de Chávez, al estar ausente éste, en la fecha establecida por la Constitución para tomar posesión del período para el cual fue electo.
Ante esta situación anómala, comienzan sus voceros a enrarecer el hilo constitucional que debe prevalecer y hacer cumplir cualquier gobierno democrático en dicho caso. Y lo análogo con la hallaca que irrumpe en mi pensamiento es el “guiso leguleyero” con el que quieren justificar la continuidad del régimen, pasando por alto lo que dicta la Carta Magna; y esto es lo que hace amarga “la hallaca” que han elaborado y cocinado, agriando el momento que tan felizmente pasamos estas navidades.
Y es que la composición y elaboración de una buena y sabrosa hallaca está precisamente en el buen guiso que la conforma, del mezclado de una variedad de ingredientes y de tipos de carnes; pero la mezcla de los argumentos que esgrimen los diversos Poderes Públicos para darle legalidad a lo ilegal, es propio del régimen despótico que impera en Venezuela, como franquicia comunista de la Cuba castrista.
No nos deben sorprender en lo absoluto todas las marramuncias que habrán de implementarse para justificar y mantener tal situación hasta que Dios Nuestro Señor, decida el destino del mandatario. Los voceros de la oposición y del pueblo demócrata del país seguiremos formulando y fijando posiciones acordes con lo que reza la Constitución, como dice el propio Hugo Chávez, “dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada”; así piensa y actúa el pueblo demócrata, el cual está de frente a este régimen tiránico con ambiciones de poder desmedidas.
En este convite oficialista al que se van agregando distintos voceros para unificar el criterio que sustenta tan “empalagoso guiso”, recurren a la militancia fanatizada al sacarla a la calle para dar fuerza efectista y fortalecer el sentimiento personalista y religioso al líder máximo, construyendo mediáticamente el perfil de mártir del ser convaleciente y con futuro incierto, el cual como cualquier cristiano sufre la inclemencia de esa dura y cruel enfermedad, y que debe asumirse como tanto venezolano que la vive de manera inclemente, y por todos al igual que al Presidente, lo lamentamos.
Lo que no merece el país y su gente es continuar por este túnel oscurantista, con unos encargados del gobierno alimentados por la Cuba comunista, cometiendo un fraude constitucional, un vacío de poder y una ilegitimidad de las funciones desde el Vicepresidente, hacia abajo. Comienza, aunque lentamente, a avizorarse un nuevo panorama y escenario, los voceros oficialistas actuales no tienen la autoridad y ascendencia para llevar en sus hombros la Nación; paciencia, inteligencia y sabiduría en los meses venideros, es la consigna.
Lamentablemente, el buen sabor de las hallacas navideñas que hemos saboreado en estos días, han sido salpicadas paralelamente por esa “hallaca bolivariana”, con ingredientes inconstitucionales que quieren hacer comer al pueblo venezolano, pero que difícil y cuesta arriba es digerir esa hallaca inconstitucional que huele a mortecina, es decir, sin sabor, sustento, y sin que irradie un rayo de luz democrático.