Con frecuencia hay idealistas que confunden derecho con política, y así abren oportunidades a la burda demagogia. Al presentar complejas legalidades a una horda embrutecida que ni las entiende ni le importan se apunta casi siempre fuera del tiesto.
La Venezuela democrática carga ya un largo rollo de fracasadas experiencias derivadas de ingeniosas interpretaciones jurídicas, porque derecho y política son cosas distintas y cada una tiene su momento.
Un juego político exitoso necesita más estrategias inteligentes, ágiles y flexibles, y menos intrincados alegatos constitucionales, sobre todo en medio de la incultura y la mendicidad.
Hoy, toda postura debe tomar en cuenta la coyuntura emotiva, con una sentimental y agitada masa que aún cree en la resurrección de su ícono adorado. Lo peor que puede hacer quien mira al futuro es presentarse como quien clava una lanza al costado de un «mesías» que agoniza – así sea cual indignada vestal democrática.
En 1952 pintaron las paredes porteñas con la frase «¡Viva el cáncer!» mientras agonizaba Evita Perón; y las consecuencias las paga Argentina hasta el sol de hoy.
Así de repente salga un Cid montado en su corcel no hay que llamarse a engaño: No existe milagro pues la procesión va por dentro. La desaparición del tótem es inapelable, y su fecha la sabe Dios, pero será más antes que tarde.
La verdadera tragedia no es que el poder esté Cuba sino que está vivito y coleando en la chusma desaforada y procaz de la Asamblea y algunos cuarteles: Un atajo de perros sin amo que rápidamente pierde legitimidad. Los cubanos lógicamente intentan que no se caigan a dentelladas entre sí.
Unos hablan del inicio de un PRI mexicano, pero donde México contó una constelación de dirigentes como Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil y sobre todo un Lázaro Cárdenas, aquí no son sino vulgares cacos con barniz comunista.
Su arma es la provocación cada vez más grosera y atroz, pero no hay que precipitarse. La ocasión exige calma, cordura y sobre todo paciencia: El juego será para quién menos errores cometa.
Frente a un desenlace seguro es prudente esperar alerta en la bajadita y a la puerta de la tienda a ver pasar el cadáver del enemigo: Así sea que hoy mismo le pinten una raya más al tigre del abuso.
Mejor esperar la inevitable desintegración del cadáver del Cid que empeñarse en apearlo hoy mismo del caballo, apenas para ensillar un chingo en vez de un sin-nariz.
La legalidad la decide quién gane el partido: Pero no existe gol en posición adelantada, y del apuro queda apenas el cansancio.