Fue una soleada tarde, el 9 de enero de 1913, cuando ellos arribaron a los andenes del Ferrocarril Bolívar, ubicado en el sector Norte de Barquisimeto. Bajaron con sus maletas de huellas polvorientas, encontraron cálido recibimiento de personas representativas de la pequeña ciudad, y enseguida tomaron un coche de caballitos que los llevó hacia el centro urbano, lugar donde se alojarían.
Tras hacer contacto con autoridades regionales, luego se reunieron con padres de familia integrantes de una Junta promotora de aquella presencia, cuya iniciativa fue encauzada y dirigida por el Ilustre Obispo de la ciudad, doctor Águedo Felipe Alvarado. Los recién llegados eran los Hermanos Arístides, Facundo, Juan y Urbano, representantes de la acreditada congregación francesa San Juan Bautista de La Salle, quienes venían de la vieja Europa con el fin de fundar un instituto dirigido a brindar educación a la juventud de un pueblo atrasado que padecía yugos de la oscura fuerza dictatorial del general Juan Vicente Gómez.
Pasadas unas semanas, domingo 16 de febrero de 1913, se realizó en Barquisimeto el acto inaugural del Colegio La Salle, primero de esta congregación establecido en Venezuela. Entre muchos invitados, estuvieron presentes en ese estreno los miembros de la Junta de Padres, encabezada por los señores Leopoldo Torres, Federico Ramos y Manuel Silveira. Asumió la dirección el Hermano Facundo, cumpliéndose un día después la primera jornada de clases ante un entusiasta grupo de alumnos llenos de expectación. El punto de apertura de esa luz fue en una casona ubicada en la calle Libertador, entre Lara y Juares, nomenclatura identificada ahora como carrera 19 entre calles 24 y 25.
En medio de alentadores augurios, se incorporaron luego otros Hermanos, Nectario y Luis, refuerzo que conformó un sólido equipo dentro y fuera de las aulas para promover el crecimiento educativo, cultural, social y deportivo de la comunidad barquisimetana.
Entonces la avanzada pedagogía del Colegio La Salle, al acoger la teoría de que el ser humano no es unidimensional, trazó sus líneas de enseñanza en tres direcciones: la cultura del espíritu, la cultura de la inteligencia y la cultura del cuerpo. Esta trilogía programática, bajo el amplio concepto de la educación integral, ocupó fundamentales espacios en los escenarios lasallistas. Por ahí andaban la fe cristiana, las formas del arte, la investigación científica, la expresión humanística y los ejercicios del deporte.
Poco después el Hermano Juan, experto ingeniero, elaboró un proyecto para construir una amplia y moderna sede, obra inaugurada en septiembre de 1916 en el extremo Sur de la ciudad, por la actual carrera 14 entre calles 28 y 29. Desde ese lugar se veía, abajo, una fresca pincelada verde presentando el otrora limpio valle del río Turbio y el grato refugio del bosque Macuto, al pie del cerro el Manzano.
A partir de entonces, siendo imagen de progreso por la vía de la educación, eran contadas las actividades locales en que no estuviera presente la participación del Colegio La Salle. Esa presencia convirtió a Barquisimeto en referencia y camino para lograr provechosas metas en bien del país.
De ciudades y pueblos vecinos acudían familias preocupadas por el futuro a solicitar incorporación de sus hijos al programa de educación lasallista.
En próximos días, en la fecha de su apertura ocupando la solariega casa de la calle Libertador, el Colegio La Salle de Barquisimeto estará cumpliendo 100 años, cuenta de un siglo, tiempo de encendida luz que un día en buenas manos vino de Francia.