Caminito que un día
¿Por qué las autoridades de la Iglesia católica larense permiten la difusión y expansión, año tras año, de ciertas inexactitudes referentes a la Divina Pastora prefiriendo divulgar, en lugar de su historia real, un grupo de “tradiciones” bastante cuestionables que circulan en boca de cronistas aficionados y periodistas que para no molestarse en estudiar y averiguar hechos reales, prefieren hacerse eco de noticias no confirmadas o falsas?
¿No deberían los órganos directivos de la Iglesia, sustentar la devoción mariana de sus feligreses sobre la base de apropiados y exactos razonamientos e información histórica correcta en todo cuanto se relaciona con un culto cuya importancia nadie puede negar; no permitir exageraciones y falsedades en la creencia de que las mismas contribuyen a fortalecer una manifestación religiosa tan favorecedora de la fe católica?
Un sacerdote que ofició aquí en Barquisimeto, de grata recordación, padre Renzo Begni, no sólo celoso de su oficio sacerdotal sino acucioso investigador de la religión católica en Lara, así lo creía y en amable correspondencia escrita, de manera gratamente espontánea, me lo manifestó.
Muy distinta, sin embargo es la conducta generalizada tanto de sacerdotes como personas en general.
Años atrás dediqué varios trabajos a la historia de la Divina Pastora y la vida y batallas del Padre Yépez. Se logró cierta compostura mediática pero de un tiempo a esta parte, se han renovado antiguas inexactitudes y errores que, en ocasión de la visita de la virgen, por la radio, la prensa y la T.V. resultan más que exasperantes.
Ahora, en vísperas de la visita 156 de la Pastora a Barquisimeto qué bueno sería que los encargados, sacerdotes o seglares, de reseñar la visita se informaran mejor antes de continuar difundiendo los tradicionales errores y exageraciones innecesarias y falsas como lo de la cantidad de feligreses en la procesión del 14 de enero.
Se empezó, y ya era exagerada la cifra, con un millón; los años siguientes fueron uno y medio o dos, luego dos y medio o tres el año pasado y no me sorprendería que este año propalaran que son cuatro millones los devotos acompañaron a la virgen, es decir, todos los habitantes del estado Lara (1.769.763) y los venidos del resto del país y tierras vecinas de América y el mundo, lo que un sencillo cálculo matemático desmonta pues ni ocupándose los 7 kms. del recorrido la cifra llegaría a los dos millones. Saquen la cuenta.
¿Y qué daño a la religión haría el hecho de que la asistencia sea en realidad menor a lo que falsamente se asegura?
En 1925 en su libro sobre los milagros de la Divina Pastora, el Hermano Nectario María opinó que la Divina Pastora habría llegado entre 1779 y 1792 cuando el cura de Santa Rosa era el padre Sebastián Bernal y el de Barquisimeto, Felipe del Prado. Este último habría encargado a España para su iglesia una Divina Pastora y Bernal una Inmaculada Concepción para el templo de Santa Rosa.
Con esos datos y Bernal armó la leyenda del cambio de los cajones portadores de las imágenes como resultado, la Divina Pastora fue a Santa Rosa y la Inmaculada Concepción a Barquisimeto, agregando otro milagro: que “cuando el indio a que estaba cometido el encargo de devolver la imagen trató de levantarlo, notó que se había vuelto muy pesada”.
Doce hombres, por lo menos, se necesitan para transportar esta imagen.
Para ser justos con el Hermano Nectario, debe reconocerse que él, si creó algunos de los milagros contenidos en su libro, la mayoría debió recogerlos del imaginario popular y religioso que imperaba en la ciudad, pero lo real del asunto es que la Pastora llegó a Santa Rosa entre 1725 y 1736, muchos años antes de que Bernal fuera el cura de aquel poblado y del Prado de Barquisimeto por lo que no habrían podido acordarse para traer las imágenes como lo asegura Nectario María.
Otro asunto es lo de la invocación que Yépez habría hecho a la Divina Pastora en el templo de la Concepción: la aceptaba como tal el obispo Aguedo Felipe Alvarado que el 14 de enero de 1906 destacó cómo la súplica hecha por el sacerdote fue inmediatamente atendida por la Divina Madre.
La de prensa en 1902, 1903, 1905 y 1906, igualmente hablan ya de este milagro, varios años antes de que lo hiciera el hermano Nectario. Curiosamente hacia 1883 no aparece esta tradición pues en su Diccionario del Estado Lara, ninguna mención trae MacPherson quien, al hablar de Macario Yépez hace un cuidadoso examen de toda la labor religiosa, espiritual y material del controvertido levita.
Los miles de feligreses que acompañan a la virgen desde Santa Rosa hasta la Catedral, con seguridad tienen historias personales, muchas de gran belleza y verosimilitud religiosa que avalarían, como testimonios incuestionables, las bondades celestiales de la pastoral advocación mariana. ¿No es eso lo que año tras año, los conduce al grato sacrificio de acompañarla en su peregrinación del 14 de enero?
¿Para qué entonces seguir con las exageradas y poco probadas informaciones recogidas por el Hermano Nectario en 1925, fuente de dudosa información que profesionales universitarios del periodismo radial escrito o televisivo o improvisados cronistas, utilizan con tanto desenfado al tiempo que olvidan la ciencia de la información que la academia trató, vanamente al parecer de inculcarles?
caminitoqueundí[email protected]
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