El papa Benedicto XVI afirmó hoy que los Reyes Magos representan al pueblo, las civilizaciones, las culturas y las religiones que están “en el camino hacia Dios, a la búsqueda de su reino de la paz, de la justicia, de la verdad y de la libertad”.
Tras la celebración de la Misa de Epifanía, durante la que nombró a cuatro nuevos obispos, entre ellos, a su secretario particular, Georg Gänswein, el papa se asomó en la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico para dirigirse a los miles de fieles y peregrinos que, en un día soleado le aguardaban para el rezo de El Ángelus.
Poco antes del rezo, Benedicto XVI aseguró que “celebramos la Epifanía del Señor, mientras que muchas Iglesias orientales, según el calendario juliano, celebran la Navidad”.
Esta pequeña diferencia -dijo- en la que se superponen los dos momentos, pone de relieve “al Niño, que nació en la humildad de la cueva de Belén, y la luz del mundo (los Magos), que alumbra el camino de todos los pueblos”.
Es una combinación -explicó- que te hace pensar desde el punto de vista de la fe: por un lado, en Navidad, delante de Jesús, vemos la fe de María, José y los pastores, y hoy, en la Epifanía del Señor, en la fe de los Magos que vinieron de Oriente para adorar al Rey de los Judíos.
El papa Ratzinger hizo referencia a María, “hija de Sión”: un núcleo de Israel, el pueblo que conoce y tiene fe en el Dios que se revela a los patriarcas.
Esta fe llega a su plenitud en María, “bendita porque ha creído, el Verbo se ha hecho carne, Dios ha aparecido en el mundo“, dijo.
La fe de María se convierte en la primicia -aseguró y “es el modelo de la fe de la Iglesia”, pueblo de la Nueva Alianza.
Pero este pueblo comienza a ser “universal, y esto lo vemos hoy en las figuras de los Magos, que llegaron a Belén, siguiendo la luz de una estrella y los signos de las Sagradas Escrituras”.
E hizo alusión a San León Magno quien aseguró: “En un tiempo le fue prometido a Abraham una innumerable descendencia que seria generada no solo por la carne, sino también por la fecundidad de la fe”.
Y San León -recordó el papa- invitó a “todos los pueblos a adornar al Creador del universo, que Dios sea conocido no solo en Judea, sino el toda la tierra”.
En esta perspectiva -concluyó-, “podemos ver también las ordenaciones episcopales que tuve la alegría de dar esta mañana en la Basílica de San Pedro: dos de los nuevos obispos permanecerán al servicio de la Santa Sede, y los otros dos comenzarán a ser representantes pontificios de las dos naciones”,
Después del Ángelus, el papa saludó a los peregrinos en siete lenguas.