#Opinión: Población y viviendas: El balance necesario. Autor: Claudio Beuvrin

En estos gratos asuetos navideños, propicios para exaltar con ufanía la Natividad del Niño Dios, la benevolencia amiga de mi dilecto compadre Pedro De Vargas, caballero muy apegado a la selecta lectura, me hizo objeto de inmensa satisfacción, al enviarme un regalo exquisito, que no ceso de agradecerle, un excepcional libro lujosamente editado: La Antología General de Pablo Neruda, gloria universal de la poesía castellana y para todo el mundo, denominado en acepción personal: Ricardo Neftali Eliecer Reyes Basualto. Si compendioso y su gerente es el bello libro, por la alta cultura universal del autor, la edición de una calidad superior, autorizada por la Real Academia de la Lengua Española y bajo el sello fulgurante de Alfaguara.
Esta impecable Antología General de Neruda, luce así, como la más preciosa edición conmemorativa, autorizada por la Asociación de Academias de la Lengua Española, a las que además, se agregan, la Academia Portorriqueña y la Norteamericana de la Lengua Española.
Bendita y trascendente obra de las Academias de Habla Española, integran en tan esplendido y resplandeciente edición, la rica y esmerada creación literaria del máximo aeda de la lengua de Castilla de la época contemporánea. Así se consagra al propio tiempo, la incomparable tarea divulgativa de una excelsa tendencia poética y el homenaje deferente al lirida que ha enaltecido el alma, el paisaje y el espíritu eterno de la raza. Por ese don preclaro de unir el ser al que hacer. Neruda, vesilífero traumaturgo de los tiempos modernos, nos enseña en lirica expresión: son más eternos, el junco y la golondrina, que la sonrisa muda de la estatua.
Con una convicción de lector con avaricia, tan precioso libro proyectará mi unión con el mundo fascinante de la poesía. Desde mi más tierna juventud fue mi libro de cabecera, los versos de un Neruda, vanguardista y juvenil de “Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada”, nítido símbolo del Neruda de los años mozos. Con cuanto gusto, leo y releo, con honor encanto: Farewel o Los Sollozos”, buscando la paráfrasis de un símbolo tierno y puro de la maternidad: “Desde el fondo de mi y arrodillado, un niño triste como nos mira”.
La pensativa conversación entre el tiempo y la distancia, con cuanto dejo de emoción, se repiten sin hastío, andan y desandan en el espíritu, en este verso evocador:[te conocí] [porque al mirar,] [la huella de tu pie en el sendero,] [me dolió el corazón que me pisastes]. Es la misma y honda fascinación que nos de Federico García Lorca, en este verso de armonía sin fin: “Las piquetas de los gallos, cavan buscando la aurora”.
En este mismo diario EL IMPULSO, tribuna y albergue de la selecta poesía, en mayo de 1.955, publicamos un artículo sobre Neruda, bajo el titulo: “Neruda y su Residencia en la Tierra”, donde adversaba la actitud injustificable del gobierno de Colombia, al negar visa al poeta chileno que venía de Medellín, a entregar el Premio Stalin de la Paz, a Don Baldomero Sanín Cano, Patriarca de las letras neogranadinas. La Revista Cruz del Sur, de filiación marxista, a hurtadillas de la represión pérezjimenista, considero este artículo como voz de protesta de la intelectualidad venezolana y tuvo reconocimiento a EL IMPULSO y su altiva independencia de criterio. Después, el denso historiador Manuel Caballero (de grata memoria) nos contó que leyó comentarios de este artículo en la prensa francesa. Por aquel entonces, en el Postigo de Kalifa. Esto dijimos: “De esta forma ha llegado a todos los rincones del mundo, un hecho censurable como el presente, por el cual se impide la presencia en suelo colombiano, de la más pura y elevada voz poética de América, representada en la obra densa y profunda de lirismo y de humanidad del poeta Pablo Neruda”.(Postigo)
Aquí en Barquisimeto, tuvimos el honor y distinción de conocer al autor del Canto General de Chile, en un recital en la Escuela Industrial, con sede en la antigua casa del Correo y su Director Lino Salazar, me invitó, en esta ocasión se leyó la columna y el poeta consagrado de América, agradeció la solidaridad amiga de EL IMPULSO, en momentos de hostilidad y persecución.
Ahora el magnífico obsequio de mi apreciado compadre, luce como la mejor presea, que engalana y distingue mi Biblioteca, al lado de Don Quijote de La Mancha, Edición de Oro, con memorita de los 500 años de su publicación, que también recibí, con la deferencia de su benevolencia amiga.