Los Presidentes son seres humanos instalados en la finitud de su existencia, están sujetos a las enfermedades y a la muerte. Para Virgilio, «breve e irreparable es el tiempo asignado a nuestras vidas». Para el poeta persa Omar Kayan, sólo representamos un papel en un tiempo y un espacio determinado donde Dios se distrae de su eternidad en contemplarnos.
Para los líderes mesiánicos, la enfermedad es la más severa experiencia existencial, porque al acercarnos a la muerte, piensan que se les interrumpe el proyecto que solo ellos podrían realizar. Olvidan la enseñanza de J.L Borges que «toda vida es una muerte anunciada y toda muerte es una vida vivida». Hemos denominado en un reciente libro, el cáncer del señor presidente como un Cisne Negro por lo aleatorio, lo altamente improbable y las enormes consecuencias personales y sociales. Esto lo desarrollan Karl Popper y Nassim Taleb.
El Presidente Chávez el 30 de Julio de 2011 hizo pública su enfermedad y recientemente el Vice-presidente y Canciller desde Cuba ha reafirmado lo delicado de la misma. Días antes el Señor Presidente había dado todas las instrucciones ante una posible falta temporal o absoluta en razón de su enfermedad.
El poder enferma física y mentalmente, los enfermos de poder tratan de ocultar esta manifestación humana, para no mostrar su debilidad. Dos clásicos de la literatura en esta materia son Pier Accose con su libro «Los enfermos que nos gobiernan» y Pascal Sutter «Los locos que nos gobiernan», describen numerosos casos de gobernantes con enfermedades físicas o mentales que prefieren terminar de destruirse con una permanente actividad, que tomar el tiempo necesario y la retirada oportuna. No aceptan que su enfermedad es un asunto de estado y de gobierno. En nuestro continente y refiriéndose a presidentes argentinos, el periodista y medico Nelson Castro insiste en que la salud de un presidente es un asunto de estado y de interés publico que debe ser informado con absoluta transparencia.
Los presidentes pueden morirse durante su gobierno, e incluso antes de tomar juramento después de su elección. Las Constituciones Latinoamericanas establecen mecanismos para uno de los temas más difíciles como es la designación del nuevo presidente. En Venezuela tres presidentes murieron en sus cargos, en Estados Unidos ocho, en Argentina cuatro y en Chile tres. Siempre a pesar de las previsiones constitucionales es complicado el tema de la sucesión, tanto por los miembros del partido gobernante como los que están en la oposición. Las interpretaciones legales muchas veces expresan más el interés y la conveniencia, que el espíritu original de la ley.
En México un reciente libro del escritor Alfredo Acle Tomacini titulado «La inoportuna muerte del Presidente» ha abierto la discusión, sobre la reforma del Art. 84 de la constitución de ese país, la cual prevee lo relacionado con la falta absoluta del presidente en funciones y el mecanismo legal para designar a su sucesor. La ficcion literaria se inicia con el anuncio de la muerte del Señor Presidente, desde la residencia oficial en el D.F, luego de una larga enfermedad cuyo diagnostico apenas conocían los mexicanos. Allí comienza el laberinto de intrigas, acuerdos, negociaciones y apetencias, cuando la prioridad es la elección del nuevo mandatario. Este artículo 84 desde 1933 cuando fue formulado no se ha tocado. El novelista no se refiere el artículo 85 de la constitución de su país que considera la ausencia del Presidente Electo imposibilitado de tomar posición y el término el periodo del presidente anterior, correspondiendo al congreso tomar las previsiones necesarias.
Ni siquiera los Estados Unidos con una Constitución tan precisa y una tradición consecuente, no ha escapado a las dificultades de la sucesión presidencial cuando lo hacen por causa de muerte del presidente anterior. Se recuerda el caso del vicepresidente Andrew Johnson, después del asesinato de Lincoln por el problema de ser un vicepresidente demócrata, sustituyendo a un presidente republicano.
En la ultima Feria Internacional del Libro en Guadalajara, el nuevo Presidente de México Peña Nieto, al preguntársele por la novela de su paisano Alfredo Acle Tomacini, simplemente contesto «siempre será inconveniente la muerte de un Presidente».
[email protected]
Twitter: @jcpinedap
