#Opinión: El Niño y el nido. Autor: Euro Barrios Torres

El 24 de diciembre me levanté muy temprano, asistí a la misa de aguinaldos de mi parroquia, escuché atento el santo Evangelio según San Lucas, en el que Zacarías padre de Juan, lleno del Espíritu Santo profetiza la llegada del Salvador, proveniente de un descendiente de la casa de David.
Confirma lo que otros profetas de la antigüedad ya anunciaban, que el enviado nos salvaría de nuestros enemigos, y establecería una alianza definitiva del hombre con Dios, para mostrar su inmensa misericordia, y librarnos de los pecados terrenales.
Es la venida del Niño Jesús, ese sol que nace en lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria a ti Señor. Reconfortado y alegre por esos bellos aguinaldos venezolanos, sevillanos y sureños del grupo Ecos del Alma, me dispuse a la principal actividad de ese día, salir de compras para los regalos a mi esposa, 4 hijos, cinco nietos, yernos y nueras.
La tarea fue muy seria por el deseo de satisfacer los gustos y peticiones de los más pequeños, que hoy solo se conforman con los juegos electrónicos, ya que un carrito de bomberos o una barbi poca nota les da. Lo que son las cosas en mi época un par de patines wínchester, una bici, una revolvera eran lo máximo. Mis primas con una tumbelina, un juego de tazas, una cocinita, una casa de muñecas o un monopolio ya estaban complacidas.
Coloqué como todos los años esos hermosos presentes, como dice el villancico, alrededor del arbolito de Navidad de nuestra sala, lugar donde el resto de la familia coloca los suyos, para el respectivo reparto, justo a la hora en que se conmemora el nacimiento del Niño Dios. Junto a mi esposa terminamos de hacer los arreglos, con sus encargos de última hora, que si el pan de jamón de la 25, las hallacas de la abuela, el pernil que se hornea en la panadería del portu , los ingredientes de la ensalada de gallina, además de las respectivas bebidas espirituosas, refrescos, nueces, turrones, caramelos, tortas, panqué, dulce de lechosa, triqui traqui, saltapericos, luces de bengala, coheticos y cohetones.
Listo, a bañarse y vestirse es la orden de la doña, ayúdame a servir la mesa de 12 puestos, y la auxiliar para los niños, creí oírla decir. Lo cual hice melancólicamente con la animación de la Billos y los Melódicos, y un doce años que me regaló un paciente. Mi esposa lucía sus mejores galas, el encanto de su belleza física y espiritual, la invite a una copa, le pedí que bailáramos Vida Consentida, seguida del mosaico #6, Reloj, Almendra, y Salsa Brava. Mientras los hijos con sus respectivas esposas, esposos, y nietos se anexaban a la fiesta.
Llegó la hora esperada de darnos los obsequios, primero fuimos los abuelos, luego los hijos, nietos, esposos, esposas. Abuelo ese no fue el regalo que te pedí protestaba un nietecito, papi ¡que chévere! esa Pad, ¡épale! me encanta esa colonia, mira mami lo que te compré, después te lo envío. Y esa fue la frase que rompió el encanto, cuando nos percatamos mi esposita y yo que estamos como la canción “Cuando se va solo por la vida”. Es que los demás estaban comunicándose por el Internet como habíamos convenido horas antes; unos desde España, otros desde Canadá, otros en un Crucero, y la menor desde San Antonio. Es que el Niño vino y se encontró con el nido vacío. Noche de Paz y de oración por todos los hijos, para que pronto regresen a su patria con renovadas esperanzas. Feliz Navidad.
Euro Barrios Torres