#Opinión: Magnicidio culposo Autor: José Ignacio Guédez

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No cabe duda que estamos viviendo un episodio histórico que determinará el futuro inmediato del país y que será objeto de interpretaciones diversas durante décadas. Nos referimos al vacío de poder y la inminente transición ocasionada a raíz de la lamentable y penosa enfermedad que padece desde hace año y medio el Presidente de la República ahora reelecto pero incapacitado. Detrás de los gritos nerviosos de Maduro pidiendo a enemigos invisibles respeto por “la vida del comandante Chávez” se esconde una macabra realidad que todavía no ha sido ni revelada ni interpretada en su justa medida.

Vamos a revisar primero los hechos oficiales dados a conocer por el propio Gobierno durante estos meses. El relato es el siguiente: A Chávez se le detectó casualmente un tumor maligno estando de visita en Cuba en junio de 2011, razón por la cual fue operado en La Habana por médicos desconocidos y clandestinos.

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Desde entonces ha sido el propio paciente quien ha informado sobre los resultados de las operaciones y tratamientos, practicados casi exclusivamente en Cuba. La única persona concreta que Chávez ha mencionado como responsable de su salud durante este proceso ha sido a Fidel Castro, omitiendo en todo momento los nombres de los profesionales de la medicina que sin ser venezolanos tienen en sus manos la vida de nuestro presidente. Mucho se les agradece a los galenos cubanos de forma genérica, pero nadie es capaz de nombrar ni al médico de cabecera ni a ningún responsable. Si nos remitimos a las declaraciones oficiales del propio Chávez, es como si el mismo Fidel Castro lo hubiera operado. Así de espeluznante. El caso es que luego de sesiones de químio y radioterapia el paciente ha tenido al menos dos recaídas fuertes que han originado intervenciones quirúrgicas de emergencia. La última de ellas fue precedida por una declaración de Chávez donde advertía en cadena nacional de la probabilidad de quedar “incapacitado” para gobernar, razón por la cual designaba a Nicolás Maduro como su sucesor. Esa fue la última vez que vimos a Chávez, y hasta ahora sólo sabemos por boca del ministro de comunicación que hubo un sangramiento durante la operación, que luego devino en una infección respiratoria, y que ahora el paciente se encuentra en “estricto reposo absoluto” hasta nuevo aviso. Esta es la historia oficial.

Paralelamente a la tragedia descrita se escribió una historia política, en la que el mismo paciente del párrafo anterior se lanzó a la reelección presidencial con la justificación de haberse recuperado milagrosamente del cáncer. Si vemos las cosas en retrospectiva podemos darnos cuenta que las dos operaciones sobrevenidas practicadas luego de haberse detectado nuevas células malignas, ocurrieron una justo antes de la campaña y otra justo después. O sea, si se cree en el parte médico reconocido por el propio presidente, es de simple lógica que nunca estuvo recuperado y que se lanzó al ruedo electoral con los días contados casi emulando al Cid Campeador. La imagen de Hugo Chávez caminando bajo la lluvia durante el cierre de campaña es elocuente, con las consecuencias que se vieron ese mismo día cuando tuvo que ser bajado de emergencia durante la caravana. Pero, más allá del engaño a un pueblo que lo creía recuperado para gobernar seis años más, debemos preguntarnos ¿Qué intereses son más importantes que la vida de una persona, más aún de un presidente en ejercicio?¿Quién es capaz de obligar a un enfermo terminal de cáncer a asumir una campaña electoral con las fatales consecuencias hoy evidenciadas?¿Por qué Chávez no se trató la enfermedad con la altura de un jefe de Estado, poniéndose en mejores manos y dándole prioridad a su salud?
Las respuestas a esas y otras interrogantes se develan al responde estas otras: ¿En manos de quién está la vida del Presidente de Venezuela? ¿Quién tiene la última palabra durante este trance donde el Presidente está incapacitado para ejercer el mando? ¿Quién eligió a Maduro como sucesor? Estamos hablando de Cuba, un país que vive de los beneficios económicos que obtiene de Venezuela como lo hizo antes de la Unión Soviética. Los hermanos, dictadores, Fidel y Raúl Castro mantienen secuestrado al presidente de Venezuela, a quién han utilizado con frialdad durante su enfermedad en perjuicio de su propia salud, privilegiando el objetivo de consolidar una transición que les permita mantener el subsidio económico venezolano. Algún día tendrán que rendirnos cuentas sobre el clandestino, fracasado y torturoso tratamiento al que han y siguen sometiendo a Chávez. Nunca antes se vio tamaña entrega de la soberanía nacional. Chávez no fue desterrado como Bolívar, al contrario, pero lamentablemente prefirió auto exiliarse en Cuba y dejar que intereses extranjeros decidan la suerte de nuestra patria en momentos tan críticos. Desde ya me atrevo a calificar esta conspiración como un magnicidio culposo cuyo autor intelectual son los hermanos Castro y su mayor cómplice Nicolás Maduro.

Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.

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