Desde que hace 18 meses el presidente Hugo Chávez anunció que estaba enfermo a causa de una lesión en una rodilla y también una tumoración, pero que no le impedían cumplir algunos compromisos en el extranjero, se han venido presentando conjeturas con respecto a la salud del mandatario porque jamás éste ha presentado un diagnóstico médico.
Al formular tal declaración, el profesor Pedro Pablo Alcántara, dirigente nacional de Un Nuevo Tiempo y hablando en nombre de esta organización, indicó que en ese entonces el jefe del gobierno viajó a Brasil y Bolivia.
De allí, para sorpresa del país, apareció en Cuba desde donde informó que Fidel Castro le había detectado un serio problema de salud, lo cual ameritó una intervención quirúrgica de emergencia.
Posteriormente han habido versiones emitidas por el propio Presidente y los abogados Fidel Castro (ex presidente de Cuba), Juan Manuel Santos (presidente de Colombia) y , Rafael Correa (presidente de Ecuador) así como el dirigente cocalero Evo Morales (presidente de Bolivia), ninguno de los cuales es médiico.
Hasta el momento ninguna información proveniente de un profesional de la medicina, especializado en el área, ha certificado el estado de salud del jefe del gobierno venezolano.
Tampoco se ha tenido informe de un equipo interdisciplinario que ha sido reiteradas veces anunciado por los voceros ahora semi-oficiales del gobierno: Ernesto Villegas, ministro de Información y Nicolás Maduro, vice-presidente ejecutivo de la República.
Ninguno de ellos puede tener a los ojos de la comunidad legitimidad alguna, porque no ejercen la profesión médica.
En consecuencia lo que ha ocurrido con la enfermedad de Hugo Chávez es el secretismo más evidente en América Latina.
Otros mandatarios, como Luis Inacio Lula da Silva, Dilma Rousseff (ambos de Brasil) y Fernando Lugo (ex presidente de Paraguay), al igual que Santos, fueron intervenidos y sus historias clínicas, tratamiento, control médico y recuperación fueron hechos públicos y comunicacional, como corresponde a democracias formales, donde hay respeto fundamental por la opinión pública.
Nuestra Constitución plantea que no debe haber restricciones de ninguna naturaleza para que los ciudadanos accedan a informaciones que sean de su interés y, además, se establecen las normativas respectivas.
La enfermedad de Chávez se ha convertido en un asunto estrictamente de seguridad de Estado cuando lo que estamos requiriendo es que se nos explique cómo un hombre que ha pasado cuatro veces por un quirófano, que dejó encargado por 48 horas al ministro Héctor Navarro, ha podido cumplir no solamente con las tareas propias de jefe del Ejecutivo Nacional, sino que 18 días después de haber abandonado el país no ha habido ningún tipo de comunicación directa con él.
La magnanimidad habría imperado
Ha sido tradición a lo largo de la historia republicana los actos de magnanimidad con aquellos que políticamente adversan a quienes ejercen el poder. Desde el propio Libertador siguiendo por el general Páez, continuando con los Monagas, Soublette y Guzmán Blanco, todos fueron capaces de medidas magnánimas para atender situaciones especiales en las cuales estaban sometidos prisioneros bajo la custodia del Estado, así como el regreso de exiliados, comentó Pedro Pablo Alcántara. En un momento tan crítico como vive el presidente Chávez por su salud, Venezuela esperaba el día de Navidad el acto magnánimo con los presos políticos y exiliados; pero, no ocurrió. No valen excusas porque el jefe del Gobierno ni siquiera ha ejercido la asignación de un encargado en las cuestiones públicas, aunque de hecho Nicolás Maduro está ejerciendo de representante máximo.
Foto: Daniel Báez
