#Opinión: Rumores y verdad Autor: Alicia Álamo Bartolomé

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De política entiendo muy poco y de ordinario soy muy desacertada en mis apreciaciones o presagios. Estoy votando desde 1946 y sólo es dos ocasiones mi voto fue ganador: la primera presidencia de Caldera y la única de Herrera Campíns. Siempre digo que yo tengo el síndrome de perdedora, ¡pero sigo votando! Votaré hasta que me muera. En la Venezuela actual no tenemos otra arma, salvo palos y piedras que nada pueden contra fusiles y ametralladoras. Más logra un voto continuo, como gota de agua en la roca. Si lo sabré yo, que cuatro veces perdí con Caldera y a la quinta fue la vencida… O una desobediencia civil organizada.

Votamos el domingo 16 y aunque ganamos en el estado Miranda, Lara y Amazonas, todos tenemos un sabor amargo. El resto de los estados se cubrieron de rojo. Y uno se pone a pensar: Capriles Radonski perdió las elecciones presidenciales, increíblemente perdió en su estado, ¿y ahora gana en éste? Yo nunca creí lo primero, pero como me acusaron de que esa posición desalentaría el voto para este 16 y además me aseguraron que el proceso de votación en las máquinas había sido completamente limpio, que era imposible el fraude, que en todo caso éste había sido previo por presión, por amenazas, pagos y regalos para votar por el oficialismo… pues me quedé callada en aras de no desanimar a nadie para votar ahora y siempre. ¿En qué debo creer, finalmente?

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Hay rumores y rumores. No es extraño, en nuestro país el rumor se ha vuelto el principal medio de comunicación. No podemos saber nada real ni concreto sobre el ilegítimo, todo en torno suyo es un misterio: según sus secuaces salió muy bien de la última operación y a pesar de su delicada situación, se recupera, lentamente pero se recupera. Según los rumores está malísimo, ha tenido hemorragias, colapsos respiratorios, se queja de grandes dolores y sólo le permiten la visita de la familia muy cercana porque psíquicamente le hace bien.
¿Pero cuáles son esos rumores sobre los resultados electorales del 16 de diciembre? Este es el fuerte: la MUD pactó con el oficialismo para que dejaran ganar a Capriles en Miranda y a cambio le entregaba el Zulia y los otros estados perdidos. Si es así, las maquinitas no son tan infalibles, se pueden cambiar los resultados, ¿acaso no fue lo que hicieron el 7 de octubre, entonces?

Por cierto, si la cosa es así, la negociación se haría con el encargado mientras el ilegítimo estaba inconsciente, porque con su odio visceral hacia todo el que se le opone, se enfrenta o lo ayuda en sus sinsabores, jamás hubiera permitido que Capriles ganara. Se alegraría muchísimo con el triunfo arreglado del gran hipócrita en el Zulia, porque detesta a este estado que le ha dado siempre la espalda; pero eso de cambiarlo por el triunfo del Flaquito que también aborrece porque le ladró en la cueva… no, no me cabe en la cabeza.

No me cabe en la cabeza pero el rumor me pone cabezona. Si es así, me desilusiono de un amigo por quien sentía mucha admiración y respeto por su extraordinaria labor al frente de la MUD. Para mí, Ramón Guillermo Aveledo ha sido el gran artífice de la unidad que hemos logrado, ¿y ahora esto? Claro, ya lo he dicho, no soy política ni entiendo nada de política y esta a lo mejor es una gran jugada política: ¡el triunfo de Capriles en el estado central más importante! Pero a costa de la verdad, señores; de callar antes y ahora, que las máquinas de votación son propicias y eficientes para fraguar el fraude; de hacernos creer que nuestro voto sería respetado para animarnos a votar. ¿Y para qué? ¿Es que se puede construir algo bueno sobre la mentira? El odio y la falsedad destruyen, corroen, acaban con una sociedad, un país. No soporto la hipocresía. Siempre presumo la sinceridad en las personas y por eso me pueden engañar fácilmente la primera vez, pero si después descubro lo torcido, al menos esa persona no me puede embaucar más.

Yo amo la verdad. Soy abanderada de ella. Será porque mi nombre de pila -el único que tengo- dejó su impronta en mi alma cuando me lo pusieron: Alicia, en griego, significa amor a la verdad. Para mí lo único correcto es la verdad. Y creo, con Cristo, que sólo la verdad nos hará libres.

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