País sin Patria
Hemos llegado a ser un país sin Patria. Con un gobierno que ha traicionado su esencia y una oposición que aún no se digna exigir lo que constituye su más elemental derecho. Saber qué sucede con el presidente de su República.
Antonio Sánchez García
Quien aún no haya comprendido que estas son las navidades políticas más sórdidas y tenebrosas de cuantas Venezuela haya celebrado desde el 23 de enero de 1958, aún levita en el limbo de la inconsciencia. 14 años de concupiscencia con un régimen forajido, absolutamente indigno de una tradición libertaria e independentista bicentenaria y activo practicante de nuestras peores taras, le habrán mellado todo sentido crítico y lo habrán convertido en un zombi político. Triste, patético y lamentable balance ante el cual, como dijera la noche de un 20 de mayo de 1993 el último político venezolano, más hubiera valido la otra, la inexorable muerte.
Pues son las primeras navidades que pasamos desde ese luminoso amanecer de pronto hará 55 años, bajo el signo todopoderoso de la muerte. Quien la elevara al solio del horror nacional por cálculo político y bajo consejo del más temible tirano que haya existido en América Latina, acumulando una cifra que debe andar rondando las dos centenas de miles de víctimas, ha caído probablemente él mismo víctima de su guadaña. Y si bien no tenemos certeza alguna acerca de su verdadero estado de sobrevivencia, su tenaz silencio, su porfiada desaparición de las pantallas y su mutis del escenario político hacen temer por la peor, la más lamentable y la más terrorífica de las noticias.
No es justo que una ciudadanía que ha acatado el yugo de la traición haciéndose copartícipe involuntaria de una farsa electorera que se ha cumplido, por lo menos desde el 2003, birlando todos los preceptos constitucionales, burlando todas las normas y haciendo escarnio de todas las reglas universalmente aceptadas, sea mantenida en la total ignorancia sobre lo que sucede con su primer mandatario. Lo espurio de tal nombramiento y la ilegitimidad real que lo macula, no quita la infamia que supone que secuestrado por su entorno y los aparatos de seguridad cubanos, se lo mantenga encapillado en el más estricto secreto, alejado del sitio en el que está obligado constitucional y moralmente a permanecer, y entregado a las decisiones de Estado que los tiranos cubanos decidan según su voluntad y conveniencia.
Asombra que ante tanto irrespeto a un país, a millones y millones de venezolanos y a una tradición republicana que ha costado sangre, sudor y lágrimas, alguien de su entorno tenga el descaro de protestar por nuestra exigencia de información y nos demande respeto. Tal actitud viene a coronar el vergonzoso comportamiento de un régimen desnaturalizado, anti venezolano y entregado a un gobierno extranjero, dueño de lo que sobrevive de quien acaba de ser reelecto por más de 8 millones de venezolanos.
Hemos llegado a ser un país sin Patria. Con un gobierno que ha traicionado su esencia y una oposición que aún no se digna exigir lo que constituye su más elemental derecho. Saber qué sucede con el presidente de su república.
