El clima de confusión e incertidumbre que en estos momentos se está viviendo en el país, no solamente desde el punto de vista político, sino también en el ámbito económico, se hace insoportable. Nadie sabe, a ciencia cierta, cuál es la condición real de la salud del Jefe del Estado, generándose un vacío de poder que está impidiendo que se adopten medidas de políticas económicas orientadas a lograr el equilibrio de las principales variables macroeconómicas.
La sensación de inestabilidad no sólo se percibe en la Capital de la República, sino que también se registra esta preocupación e inquietud en el resto del territorio nacional, donde el pueblo percibe que anda sin rumbo fijo, sin metas específicas para el futuro inmediato, lo que precipita a la Nación hacia riesgos que pueden poner peligro lo que tanta sangre, sudor y lágrimas ha costado al pueblo: su sistema democrático y el derecho a la libertad.
Para cualquier observador imparcial, lo que ocurre en el ámbito de la conducción política tiene confundido al país. En el PSUV, el tema central de su dirigencia es la sucesión del primer mandatario, en caso de que no pueda estar asumiendo el 10 de enero la Presidencia para un nuevo período constitucional; mientras que desde el CNE se adelantan evaluaciones orientadas a realizar unas nuevas elecciones en el primer trimestre del 2013, con miras a aprovechar el boom que en estos momentos tiene el proceso revolucionario, luego de ganar 20 de las 23 gobernaciones de estado. Sin embargo, no hay nada oficial. Solo se trata de comentarios y rumores tras bastidores.
Ante estos escenarios, desde diversos sectores, así como también a través de distintas personalidades, se viene proponiendo la conveniencia de una sincera aproximación, al menos en las áreas fundamentales que se han venido señalando como prioritarias, las cuales responden a requerimientos y urgencias sustanciales de la población y de la defensa propia del sistema económico-político vigente; sin embargo, no ha habido respuestas. El distanciamiento entre los principales actores del acontecer nacional se mantiene, por cuanto no existe, por parte del sector oficial, una verdadera voluntad política de diálogo que permita remover los obstáculos y propicie con sinceridad el necesario entendimiento.
Desde el punto de vista de los requerimientos de la economía, se ha advertido sobre el agotamiento del actual modelo económico, sustentado principalmente en la renta petrolera que solamente en este año ha generado más de US$ 140.000 millones, en forma conservadora, a lo cual se suma la renta interna producto de los impuestos recaudados por el Seniat, que este año debe estar por encima de los Bs. 200 mil millones.
Se estima que la economía terminará este año con un crecimiento por encima del 5% del PIB; sin embargo, este comportamiento ha estado sustentado en el aumento del consumo, producto de un gasto público excesivo ante el proceso de elecciones, un aumento de la liquidez que creció en más del 50%, consumo que lamentablemente fue satisfecho en gran medida con importaciones, que este año cerrarán por encima de los US$ 50.000 millones, de los cuales cerca del 42% corresponde a adquisiciones realizadas por el sector oficial, todo esto en detrimento de la producción nacional.
Para cerrar con broche de oro, es un hecho indiscutible que a pesar de los altos precios del petróleo, en el país ni Cadivi ni el Sitme tienen divisas, los proveedores internacionales han suspendido los envíos de materias primas e insumos, ya que solo el sector manufacturero les adeuda más de US$ 8.000 millones, así que lo que se avecina en materia de desabastecimiento, es como para coger palco.
Productos se quedaron fríos
Aun cuando los principales dirigentes del sector comercial han señalado que las ventas en el sector, en las primeras semanas del mes de diciembre han registrado un incremento del 8%, no todos los comerciantes se han visto beneficiados con este repunte, que es normal en esta época cuando aumenta el poder adquisitivo de los consumidores, al recibir el pago de sus utilidades, aguinaldos u otras bonificaciones, debido a la crisis de los puertos.
Hasta hace muy pocos días, los dirigentes aduanales continuaban denunciando que el plan de contingencia implementado por el Ejecutivo, para descongestionar los puertos nacionales, no había generado los resultados esperados, señalando que en el caso del puerto de La Guaira, de los 26 muelles allí instalados solamente 4 estaban operativos; asimismo, que aún quedaba mucha mercancía por descargar y que la mayoría estaba resignada a dejarla para el próximo, o rematarla en los últimos días para sacar al menos la inversión realizada, lo cual por supuesto no es del agrado de la mayoría, pero es una de las vías para no salir con las tablas en la cabeza.
El problema portuario en Venezuela no es coyuntural, no es consecuencia del aumento de las importaciones, sino que se trata de un problema estructural porque no se han realizado las inversiones para ampliación de la infraestructura portuaria, se han multiplicado las compras en el exterior y continuamos con los mismos puertos de hace 20 años y es ahora, ante el brutal congestionamiento, cuando se están adelantando algunas obras que serán beneficiosas para el futuro, pero que en este momento solo contribuyeron a agravar el problema, quedándose “fríos” muchos de los productos que se importaron para estas navidades.