#Opinión: Para terminar el año Por: Ramón Guillermo Aveledo

En una semana y días, este 2012 será historia. Tres citas electorales marcaron el almanaque. Eso entre otros acontecimientos.
El Día de la Juventud, 12 de febrero, fue la primera elección primaria nacional abierta de la Unidad, un acontecimiento sin precedentes que marcó la madurez de la opción alternativa que hemos ido construyendo entre todos los factores democráticos. En estos días es del uso dispararle directa o indirectamente. Lo hacen principalmente personas que aspiran a recuperar o a alcanzar un lugar de prominencia en la opinión pública, para buscar su propio tiro al aro. Nostalgia y ambición son propias de la condición humana y, por sí solas, no se las puede criticar, aunque tampoco es aceptable que se las ponga por delante del interés nacional y, en vez de animar a crear, prefieran intentar destruir lo construido. Mala práctica esa que tanto ha ayudado a la permanencia de la actual situación política.
El 7 de octubre fue la elección presidencial que ratificó al actual mandatario y dejó una estela de frustración en quienes desean un cambio. Frustración todavía no superada enteramente y que es un factor contaminante que incide en la actitud política de ese sector. La parcialización de las autoridades competentes, el ventajismo, la manera de manejar públicamente el tema por parte nuestra y una tenaz campaña de pequeños sectores que promueven la abstención y la ruptura sin asumir a plenitud esa responsabilidad, son los afluentes de ese caudal, el cual deberá mermar si es que queremos producir un cambio para todos los venezolanos.
Por cierto, con el correr de los días y los acontecimientos, crece la percepción de que la verdad sobre la salud del aspirante reelecto no fue dicha. Que se propuso su candidatura sometiendo su condición a una tensión adicional que puede haberle hecho mucho mal. La ambición de poder de un pequeño grupo ha tenido consecuencias, para la persona que sufre un agravamiento que ya es inocultable, aun cuando no acaba de informarse sobre él claramente. Pero también para el país entero. Desafío a las capacidades de respuesta que la política debe tener para cumplir su función social.
El 16 de diciembre, fecha inusual por ser tan avanzada en la temporada navideña, tuvimos la elección de gobernadores y consejos legislativos. Los larenses reelegimos al nuestro, como era merecido. Me alegra. Lo mismo ocurrió en Miranda y Amazonas, cuyos titulares se presentaron a renovar el mandato con los títulos de una buena gestión, a pesar del sistemático boicot del poder central. En otras regiones no se pudo mantener o conquistar esos espacios para defender la Constitución y al pueblo respectivo. Es un revés que nos duele. Aunque esté muy influido por la resaca del 7-O y del fenómeno reseñado en el párrafo anterior, pero no es posible negar que nos afecta negativamente y que muestra aspectos que es necesario superar o mejorar para servir a los venezolanos con más eficacia, como debemos. En Bolívar, seguimos dando una batalla cívica para presentar nuestros argumentos en defensa de la victoria que nuestros compañeros de Guayana nos muestran que han alcanzado ante el abuso ventajista. El corolario es que aquí no se rinde nadie. Hay mucho por hacer y hay que hacerlo.
Unidad. Más y mejor Unidad. Debate para corregir, perfeccionar, consolidar. Y seguir adelante. No importa el puesto que cada quien ocupe, lo que importa es la lucha, la responsabilidad ante los venezolanos.
Termina el año. Ya es 22 de diciembre. A toda la gente de esta región querida mis mejores deseos en Navidad y, sobre todo, para el Año Nuevo, que con la llegada de la Divina Pastora nos abre el libro limpio en cuyas páginas debemos escribir la esperanza.