Si bien algunos terrícolas se angustian, realmente convencidos de que este viernes verá la destrucción de nuestro planeta, según una profecía alimentada por el fin de una era en el calendario maya, otros esperan este «último día» con serenidad y buen humor.
Australia es uno de los primeros países que han visto levantarse el sol este 21 de diciembre. La página de Facebook de la Oficina de Turismo de Australia fue bombardeada con mensajes que preguntaban si en la isla-continente todavía había sobrevivientes.
«Sí, ¡estamos vivos!», respondió la organización.
«Debemos a los mayas el buen empujón que nos han dado para ayudarnos a superar los cuatro millones de fans en nuestra página de Facebook», dijo, pragmático, Andrew McEvoy, director del servicio.
La primer ministra Julia Gillard dio el tono a comienzos de diciembre. En un vídeo grabado para una radio juvenil, la jefa de gobierno imitó un discurso oficial flanqueada de banderas australianas.
«Que el golpe final lo den zombies devoradores de carne humana, bestias demoníacas del infierno o el triunfo del K-pop (la música pop surcoreana, ndlr), ustedes deben estar seguros de algo sobre mí: lucharé por ustedes hasta el final «, dijo con lúgubre voz.
Amérca Central y México celebran este viernes al final de una gran era de 5200 años en el calendario maya (que los investigadores sitúan más bien el 23 de diciembre), un evento que algunos asocian con el fin del mundo.
La NASA, la agencia espacial estadounidense, han sido contactada por miles de personas que preguntaban cómo comportarse en caso de Apocalipsis.
En una página internet diseñada para acabar con la llamada profecía, la NASA tranquiliza a los ansiosos: «Nuestro planeta se las arregla bien desde hace más de 4.000 millones de años, y científicos competentes de todo el mundo aseguran que no hay ninguna amenaza relacionada con el año 2012», indica.
Pero algunos, de todos modos, prefieren tomar sus precauciones.
En Holanda, por ejemplo, un hombre se prepara para un posible diluvio y ha construido una embarcación de supervivencia capaz de recibir 50 pasajeros, informó el jueves la prensa. «Los mayas no estaban locos, y si nos fijamos también en las profecías bíblicas, las montañas se derretirán como cera», afirmó Frank Pieter van der Meer al diario Volkskrant.
En la pequeña localidad turca de Sirince, que deberá sobrevivir al Apocalipsis a raíz de los «fluidos positivos», de acuerdo a los místicos, las centenas de reporteros en busca de personas que hayan llegado huyendo del juicio final eran en realidad más numerosos que la población local, de 570 habitantes.
Pero más allá de la agitación mediática y de algunos 500 gendarmes movilizados por precaución, la calma reinaba en la apacible aldea de casas griegas renovadas con buen gusto, situada a pocos kilómetros del mar Egeo.
En tanto, en Bugarach, una pequeña ciudad del sudoeste de Francia que también parece tener buenas posibilidades de sobrevivir, las autoridades tuvieron que contener a un grupo de personas que pretendía subir al famoso pico de Bugarach, que según las leyendas locales se salvaría del fin del mundo.
Pero más allá de ese incidente, la ciudad no registró ningún aumento particular en la llegada de místicos. Se multiplicó en cambio el número de reporteros en el pueblo.
En América Central, el corazón de la civilización maya, se prepara desde hace semanas para celebrar no el fin del mundo sino el pasaje a una nueva era.
Chichén Itzá, uno de los sitios arqueológicos más representativos de la cultura maya, en el sur de México, se prepara para recibir entre 15.000 y 20.000 visitantes el viernes, según autoridades locales.
«Pero será un día de visita normal, en los horarios habituales», indicó un portavoz del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
El instituto admite sin embargo que Chichén Itzá y su majestuosa pirámide de Kukulkán deberán atraer una afluencia comparable a las celebraciones del equinoccio, cuando verdaderas multitudes llegan para ver los primeros rayos del sol sobre las imponentes construcciones de piedra.
También se esperan multitudes en otros sitios arqueológicos del sudeste de México, así como en Guatemala, El Salvador y Honduras, zona de influencia de la civilización maya.
Las ceremonias han comenzado ya en la tarde del jueves en las majestuosas ruinas de Tikal, en el corazón de la floresta guatemalteca, con la presencia de unos 3.000 espectadores.