Rubén Limardo: La constancia lleva a la victoria

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La vida de Rubén Limardo ha dado un giro luego de tener el mejor combate de toda su carrera deportiva. El primero de agosto de 2012, en suelo londinense, ingresó en la historia deportiva mundial cuando pasó a engrosar el listado de memorables campeones olímpicos, segundo de Venezuela.

Llegó a la zona de competencia y en el mismo desayuno de ese día, ante su entrenador y tío, le hizo una confesión premonitoria: se había despertado con la sensación extraña de que ocurriría algo importante, lo cual pasó cerca de la medianoche británica.

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Limardo se coronó campeón olímpico y pudo celebrarlo con su familia, amigos y los 68 atletas de la delegación nacional que asistieron a los juegos. Del otro lado del océano, en Venezuela, la magia de la televisión mostró la gesta heroica del muchacho guayanés que puso a vibrar a los casi 30 millones de coterráneos. Lo demás ya es historia conocida.

El segundo campeón olímpico de Venezuela, el esgrimista Rubén Limardo, visitó las instalaciones del Diario EL IMPULSO como un gesto de cortesía el pasado 11 de diciembre. Fue atendido en la oficina del director Juan Manuel Carmona Palenzona y guiado en un recorrido interno por la jefa de Información, Violeta Villar Liste.

Tras impresionarse con nuestra sede, Limardo fue abordado por la redacción deportiva del diario centenario encabezada por el jefe Frank Depablos Useche. Allí se extendió para ofrecer una visión propia de la realidad deportiva nacional y mundial. Analizó, contó y avistó lo que, a su juicio, deber hacerse en el país en su campo.

Factores de cohesión
“Espero que este logro trascienda en otras cosas. En mejor organización, en preparación adecuada para los muchachos, a tener un excelente mecanismo de crecimiento a todo nivel”, fueron algunas de sus ideas.

El esgrimista, además de su conocida trayectoria deportiva, ha llevado a la par estudios universitarios de cuarto nivel, todos cursados en universidades de Europa, con énfasis en la preparación científica del deporte. Con esa experiencia, la académica y la deportiva, se atreve a lanzar sus propias ideas del cómo y qué mover hasta conseguir los grandes objetivos tan anhelados por los especialistas en deporte locales.

“En Venezuela no existe el verdadero alto rendimiento. El Ministerio aspira a ganar cinco medallas olímpicas en Río 2016, pero ¿cómo? Aquí no hay desarrollo ni nada. Las cosas no pueden llegar espontáneamente. ¿Por qué se tardó 44 años en volver a ganar un oro olímpico? Las otras medallas, las del pasado, han llegado por el esfuerzo individual de una persona o una federación, como lo hace el taekwondo, por ejemplo”, soltó.

La referencia que hace Limardo es alusiva al proyecto general que se planteó la Federación Venezolana de Taekwondo en la década de los años ochenta y, hoy en día, con los frutos de Adriana Carmona y la larense Dalia Contreras, ambas medallistas de bronce olímpico en Atenas 2004 y Beijing 2008, respectivamente.

“Esta medalla no depende de un ministerio, una federación u otro lado. Ellos nunca hicieron un proyecto o algo para conseguir un resultado. Somos una organización familiar. Ellos -los administradores del deporte- quieren hacer todo de una forma empírica y no podemos dejar un resultado a la suerte. Nadie gana una medalla olímpica por casualidad. En los otros países existen escuelas de tradición y aquí no existe eso”, valora.

En su ejercicio introspectivo recordó sus años buenos y sus épocas de penurias. Habló del esfuerzo familiar realizado por su madre, Norys Gascón, y de todos los demás, traducidos en años de buhonería. Muchas veces viajó con recursos propios, con el patrocinio de los vecinos, de empresas y casas comerciales privadas. Lo importante para la familia Limardo Gascón era alcanzar la meta del proyecto motorizado por el tío Ruperto, entrenador formado en Polonia, en la búsqueda de ese reconocimiento deportivo.

“Al ministerio llegan personas que no tienen la preparación adecuada para estar en los cargos. ¿Qué puede saber un abogado de deporte, de cómo llevar un plan de entrenamiento? Hay que dejarse asesorar con los países que saben, no solo con Cuba, también de Rusia, Francia, Polonia y otros. Se necesita formar a la gente adecuada”, dijo.

En el horizonte el atleta ve una luz más allá de la línea en la que se funde la tierra con el cielo. Es un soñador nato, que habla en metáforas y cree en la realidad de los imposibles. Sabe que su tiempo llegó para ser una mejor persona y esta bendición olímpica la quiere trasladar hacia otras esferas.

Fotos: Daniel Báez

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