Por primera vez en años el mote que le endilga el gobierno del presidente Hugo Chávez se hizo más patente que nunca: la oposición «escuálida» de votos sólo consiguió tres de las 23 gobernaciones venezolanas en los comicios regionales del domingo.
Los opositores, de quienes Chávez destaca su flaca representación, perdieron bastiones clave como el estado petrolero de Zulia y el central de Carabobo.
La única piedra que sigue en el zapato del chavismo es Henrique Capriles, el líder opositor que ganó la relección en el estado central de Miranda, imponiéndose al candidato del gobierno y ex vicepresidente Elías Jaua.
Con el mapa venezolano teñido de rojo, el color que tradicionalmente ha identificado a los seguidores del presidente Chávez, la gran pregunta ahora es que hará la oposición venezolana para sobrevivir y enfrentar una eventual nueva elección presidencial.
Las razones de la derrota opositora, según los analistas, están principalmente en que la alta abstención favoreció a los candidatos del gobierno que cuentan con la maquinaria para movilizar a sus simpatizantes. A ello se sumó la falta de un mensaje claro alternativo al chavismo, mientras la campaña oficialista centró en los últimos días su discurso en que una victoria sería el mejor regalo y medicina para Chávez, días después de que el mandatario se operase en Cuba del cáncer que lo aqueja desde 2011.
«Hay que revisar toda la estrategia» opositora, dijo Carlos Blanco, profesor de la Universidad Central de Venezuela. «Sería una pésima (estrategia) atribuir a los electores la culpa… Yo creo que en todo caso la dirección opositora debería plantearse por qué no logró no sólo reunir la misma cantidad de electores que reunió hace pocos meses, sino incrementarlos», agregó.
Esa revisión es recomendada por la mayoría porque «con tantas gobernaciones en las manos del PSUV (o Partido Socialista Unido de Venezuela) significa que las fuerzas del gobierno tendrán una fuerte maquinaria estatal en la eventualidad de una elección nacional» y por tanto mayores probabilidades de una nueva victoria, dijo Miguel Tinker Salas, profesor de estudios latinoamericanos del instituto Pomona, en California.
La discusión sobre un nuevo comicio presidencial luego de que Chávez se impusiera a Capriles en la elección del 7 de octubre surgió casi inmediatamente después de que el 8 de diciembre el mandatario anunció al país en cadena de radio y televisión que habían reaparecido células cancerosas en la misma zona pélvica donde ya había sido operado tres veces en La Habana y adonde volvió aquella semana para una cuarta intervención.
Debido a que no se sabe exactamente cuándo podrá regresar Chávez a Venezuela, y si lo hará antes del 10 de enero cuando por normas constitucionales debe jurar al cargo frente a la Asamblea Nacional, la controversia quedó servida.
Si Chávez no puede asumir el cargo en enero, el gobierno queda en manos del presidente de la Asamblea Nacional, quien debe llamar a nuevas elecciones en 30 días.
En caso de que Chávez pueda asistir a la ceremonia de asunción pero su estado de salud empeore, el cargo queda en manos del vicepresidente quien también debe llamar a nuevos comicios si la falta absoluta del mandatario se produce en los cuatro primeros años de los seis de mandato.
Con rostros largos y cansados los opositores expresaron su pesar por la derrota del domingo.
«Es un golpe muy fuerte», dijo Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática o la MUD, la coalición que agrupa a las organizaciones opositoras. «Nos dolió mucho», agregó en una entrevista el lunes temprano con el canal Globovisión.
Ahora «hay análisis que hacer (sobre) qué aptos o ineptos somos», dijo Aveledo.
El analista político Ricardo Sucre indicó que a pesar del fracaso electoral opositor, la unidad entre sus dirigentes se mantendrá.
«Hasta ahora la primera (derrota del 7 de octubre) la soportó. La segunda yo ceo que sí. Por supuesto la Mesa debe hacer una revisión, debe evaluar, no puede ser simplemente decir perdimos», destacó Sucre.
La alta abstención jugó a favor del oficialismo, cuya maquinaria electoral esta perfectamente aceitada, no sólo porque moviliza a sus partidarios inscritos sino porque además es capaz de llevarlos en motos a los centros electorales, una práctica que el gobierno niega.
Pero más allá de la abstención, lo cierto es que la oposición no consiguió en una fría campaña animar a sus partidarios aún abatidos por la derrota de octubre, indicó a su turno Mariana Bacalao, profesora de opinión pública en la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas.
«Hay una apatía, una sensación de fracaso… (la oposición) debe sentarse, replantarse cómo reinsertarse en esta nueva realidad» de un país cuyas gobernaciones están en manos del chavismo, dijo.
Para la oposición los resultados electorales de este domingo representan un significativo retroceso en comparación con los comicios de 2008 cuando lograron hacerse de las gobernaciones de Zulia, Miranda y Carabobo, tres de los mayores colegios electorales del país.
Considerando que el oficialismo ya tiene un virtual candidato para los eventuales comicios, el vicepresidente Nicolás Maduro en quien Chávez delegó el poder político al marchar a Cuba, para la oposición resulta más urgente aglutinar sus fuerzas.
David Smilde, profesor de sociología de la Universidad de Georgia, dijo que los candidatos del presidente se vieron favorecidos por la incertidumbre de los venezolanos sobre el futuro del país sin Chávez y temerosos de perder los beneficios que han acumulado bajo su gobierno.
«Creo que con Chávez enfermo… los hace pensar cómo serían las cosas sin Chávez», dijo Smilde. «La gente está pensando en su propio interés», agregó.
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