Si los profesionales del Derecho y sus instituciones (Academias, Facultades y Escuelas de Derecho, Colegios y Federación de Abogados) tomaran en serio este grave asunto, probablemente la respuesta, a la interrogante que encabeza este artículo, sería afirmativa. El Título I de la Constitución vigente, aprobada el 15-12-1999, contiene lo que los Constituyentes consideraban la salvaguarda de la estructura fundamental de dicha Ley Suprema.
Leamos el artículo 6 de nuestra Carta Magna: “El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre Democrático, Participativo, Electivo, Descentralizado, Alternativo, Responsable, Pluralista y de Mandato Revocable” (Las mayúsculas son nuestras, para resaltar los ocho principios fundamentales de los cuales trataremos).
Si es cierto que dichos principios, según la prédica constituyentista, ejercen la vigilancia del cumplimiento estricto del texto constitucional, entonces como tales deberían ser condicionantes de las Enmiendas y Reformas que sean propuestas, cuando éstas colinden con cualquiera de los primeros nueve Artículos de la Constitución. Y, de igual manera, deben servir para limitar la potestad del TSJ a los efectos de la interpretación de la norma constitucional. Es decir, quienes pretendan enmendar, reformar o interpretar la Carta Magna están obligados a proceder “sin alterar su estructura fundamental”. ¿Se ha respetado esta pauta? Lo dudamos. Los hechos son elocuentes.
Revisemos ahora los ocho principios fundamentales que pauta el Artículo 6 constitucional:
1) Democrático. El actual régimen es producto de elecciones evidentemente cuestionadas. Sin embargo, aceptemos que se origina democráticamente. Pero en su desempeño es obvio que deja mucho que desear.
2) Participativo. Desde el punto de vista de la participación libre, espontánea y sin limitaciones impuestas por el Estado, como está previsto en la Constitución, hoy día es un principio que se ha venido a menos. Las condicionadas elecciones sindicales, gremiales y universitarias, igual que los consejos comunales, por ejemplo, convierten en letra muerta dicho principio.
3) Electivo. Se cumple a medias, puesto que el CNE permite cuanto abuso se traduzca en ventajismo para los candidatos del gobierno.
4) Descentralizado. Hace tiempo el gobierno y el Estado en su conjunto, se llevaron en los cachos este principio y el Artículo 4 constitucional.
Para finalizar, hacemos más énfasis en los cuatro principios restantes:
5) Alternativo. Éste dejó de existir. Para la cúpula comunista militarista –por encima de la Constitución– su prioridad “revolucionaria” es perpetuarse en el poder.
6) Responsable. Hemos revisado nuestra historia republicana de “cabo a rabo”. Sosténganse fuerte: ningún gobierno ha sido más irresponsable qu el actual.
7) Pluralista. A los partidos políticos, los sindicatos, las ideas que coincidan poco o nada con la “revolución”, se les trata de “pulverizar”. ¿Puede ser ésta una conducta gubernamental pluralista?
8) De Mandato Revocable.- Con relación a este medular principio, el Artículo 72 de la Carta Magna vigente es elocuente. A pesar de esta cualidad incontrovertible, el 15 de agosto de 2004 el pueblo revocó el cargo al Presidente de la República. Pero en la madrugada del día siguiente, el CNE desconoció aquel triunfo popular. ¡Y el Presidente continuó en el mando como si nada hubiese ocurrido!
Conocida como es ya la extinción parcial o total de los principios fundamentales (Artículo 6 constitucional), ¿Cuál será la suerte de las categorías de Democrático y Electivo que legitima el ejercicio gubernamental venezolano?
La última interrogante es para saber si Venezuela cuenta con profesionales del Derecho, cuya característica ética y patriótica, entre otras de similar valor, sea que dispongan de dos balones de voluntad. Nadie tendría más autoridad que ellos para movilizarse nacional e internacionalmente, en función de enfrentar el democraticidio progresivo que amenaza con desmantelar nuestro sistema republicano, en estos momentos en proceso de regresión hacia lo peor del siglo diecinueve.
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@UrdanetaAguirre
