Hay dos variables necesarias de comprender: Una es que el gobierno nacional ganó el pasado 7 de octubre a través del despliegue de una gran maquinaria y utilización discrecional de incuantificables recursos. Otra, que la oposición aunque derrotada en esa fecha se encuentra en su mejor momento histórico frente a Chávez, ganó en “voto popular” en las elecciones a diputados nacionales y se ubicó a solo millón seiscientos de las presidenciales.
Qué pasará el 16 de diciembre es una pregunta ligada a la potencialidad de sufragar por parte de los simpatizantes de la oposición y de la capacidad que tengan los rojos para mantener a punto el despliegue logístico utilizado el 7-O.
La gran ventaja del gobierno es el desmoronamiento de la moral opositora por la derrota recién sufrida, en sus detractores se olfatea una atmósfera desmotivadora cuando, paradójicamente, se encuentra en su mejor momento. La gran desventaja de los rojos es derivada de lo que el mismo presidente Chávez denominó la ineficiencia, las gobernaciones pertenecientes al PSUV demuestran gestiones al margen de lo que el pueblo esperaba, la mayoría de sus candidatos a la reelección poseen gran nivel de rechazo, además el hecho de haber sido impuestos también los reviste de impopularidad.
La gran ventaja de la oposición es la ausencia personal de Chávez en ésta contienda, el presidente es el único foco en común del oficialismo, de una u otra manera su ausencia debilita las opciones regionales de los socialistas. La gran desventaja opositora es la inmensa maquinaria ensamblada para los comicios del pasado 7-O, misma que seguramente seguirá a tono en diciembre, los recursos tampoco estarán ausente del lado del PSUV. La ecuación es sencilla, altos niveles de abstención perjudicará a las candidaturas opositoras, en cuanto el factor de movilización favorece ampliamente a los candidatos rojos. Los resultados de este diciembre obedecerán a la eficiencia de las maquinarias, no a la intención de voto manifiesta en las encuestas. Una vez más la contienda electoral del país se entreteje en la confrontación de los dos bandos políticos imperantes, donde las descalificaciones y demás epítetos entre candidatos sustituye los debates de altura que permitan al elector elegir la mejor opción. El 16 de diciembre ganará la mejor maquinaria, lo que no implica la mejor opción, las mejores ideas, el mejor candidato ¿puede el pueblo ser el triunfador así? La política sigue siendo entretenimiento, no una herramienta de calidad de vida.