Al maestro Héctor Alvarado
Hay dos palabras que de manera creciente se presentan juntas en cualquier publicación que trate de la problemática urbana actual: sustentabilidad y ciclovias. La primera tiene que ver con la capacidad que puede tener una ciudad para reducir el consumo de materiales, espacio y energía así como la contaminación ambiental que generan sus actividades. Las ciclovias surgen por ser una de las opciones más evidentes para reducir los muchos problemas asociados al automóvil privado.
De Barquisimeto desde hace tiempo viene diciéndose que tiene el potencial para convertirse en una ciudad donde una parte importante de la población use la bicicleta de manera rutinaria para realizar sus actividades. La ciudad es plana con algunas leves ondulaciones y el esfuerzo de trasladarse en bicicleta está al alcance de muchos.
Las dificultades son de otra índole: la ciudad es grande, densamente motorizada, con vías muy mal señalizadas y peor mantenidas y donde los conductores tienen escaso respeto hacia los peatones y ciclistas. Aunque hubo un tiempo en que los ciclistas eran comunes en sus calles, estos casi desaparecieron. Además las calles no están acondicionadas –la misión hueco parejo es todo un éxito- y las condiciones climáticas pueden ser duras, especialmente en horas del mediodía, sin estar atenuadas por ninguna arboleda que haga mas soportable el esfuerzo.
Los ciclistas utilizan la bicicleta en sus traslados a puntos cercanos pero, sorprendentemente, los niños no las usan para ir a la escuela, en parte porque pueden ser victimas de robo. Por supuesto, todo esto podría comenzar a cambiar, pero requiere de acciones y planes sostenidos en el tiempo y, sobretodo, de autoridades conscientes de la necesidad de comenzar a encaminarnos hacia una ciudad sustentable.
Es más fácil comenzar a hacerlo en Cabudare donde los ciclistas tienen mas presencia en las calles, incluso en el centro, y los automovilistas han tenido que aceptarlos como parte de la escena publica. Cabudare es pequeña y su baja densidad implica una menor concentración vehicular, aunque hay congestión en las vías principales. Por estas razones la magnitud de las inversiones que requeriría un plan de ciclovias es sensiblemente menor y dado que inevitablemente debe venir acompañado de una campaña educativa, también hay menos gente que educar. Pero lo más importante de lanzar a Cabudare como ciudad ciclística es el efecto demostración que eso puede tener para otras ciudades más grandes: ensayar en pequeño lo que de todos modos habrá que hacer a una escala mucho mayor. Ciertamente, puede decirse que Cabudare, en materia de transporte, tiene otros problemas más urgentes que atender y que realmente las bicicletas no son el problema sino los automóviles que no tienen suficiente espacio para moverse. Es que el problema no son las bicicletas, sino los automóviles, a los que hay que irlos retirando de la calle.
La introducción el ciclismo en nuestras ciudades es tardía en relación con las experiencias de las ciudades europeas. Allá ya se ha avanzado para interconectar toda Europa mediante una red de ciclovias y de senderos peatonales. En todas las ciudades importantes se mejoran las ciclovias ya existentes y se abren otras nuevas. Un detalle importante: allá los ciclistas no tienen que ser dueños de su bicicleta pues la municipalidad las alquila: existen puntos donde el ciudadano toma la bicicleta mediante un pago puntual o mediante abonos anuales muy baratos. Estas bicicletas pueden ser entregadas en cualquier otro punto y tienen un diseño distinto para reconocerlas como propiedad municipal. Y abundan los parqueaderos, especialmente cerca de las estaciones ferroviarias y del metro, donde la bicicleta se deja asegurada y su propietario puede recogerla al regresar.
El comenzar a realizar con atraso el desarrollo de las ciclovias tiene una ventaja enorme: podemos aprovechar las experiencias de otros países y ahorrar gastos evitando los errores que ellos ya han corregido. En estas cosas siempre es conveniente ir poco a poco, por ejemplo, se puede comenzar introduciendo el uso recreativo de la bicicleta cerrando vías los fines de semana en varias partes de la ciudad y dejando para más tarde el uso como transporte permanente. Así se comenzó en Bogotá y se hace ahora en Chacao.
La promoción de las ciclovias puede ir acompañada de la voluntad de ir mejorando la calidad ecológica de Cabudare: defender y ampliar sus áreas verdes y su capital forestal, peatonizar el área central, convertir en parques lineales las márgenes de las quebradas que la cruzan, etc. Pero nada de eso es posible sin autoridades que comprendan la importancia de este tipo de acciones y se comprometan con ellas.
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