#opinión: Un voto de esperanza por: Pedro D. Tua

Venezuela se ha transformado en una sociedad en decadencia, con un príncipe payaso en la jefatura del gobierno. Nos hemos acostumbrado paulatinamente al mal vivir. A esa sensación de desprecio por lo propio, a entrega, a cansancio, al olvido de una causa noble. No digo que sin razón, al contrario, las hay de sobras, no pretendo hacer un reproche absurdo e irracional.
La sociedad venezolana se encuentra sumida en un profundo desdén, cansada, agobiada, cual hombre temeroso ante un problema, el cual trata de ignorar como si de esa forma lograra su solución, lo hace ante la necesidad de echar para adelante, de progresar, de mejorar su calidad de vida, con los ojos cerrados, apretados como pidiendo un deseo, pero de forma estática e inanimada, es decir en vano. Aún están frescos en mi memoria los duros días de los años 2001-2004 tiempos donde los venezolanos se echaron a las calles, de un bando y de otro, con la aspiración de hacer valer sus ideales, el enfrentamiento fue rudo, ocupamos la atención internacional pues Venezuela se vio sumida en una crisis política y social de la cual no ha salido, solo que algunos eventos han logrado apaciguar los embates de la furia inexorable del pueblo en la calle ¿Cuántos enfrentamientos callejeros?¿Cuántos perdigones disparados?¿Cuántas bombas lacrimógenas percutidas?¿Cuánto presos políticos tras las rejas?¿Cuántos medios de comunicaciones sancionados? de manera que no ha sido poca cosa, la gente esta cansada, la gente quiere paz y quiere progreso.
Acaba de culminar, el 7 de Octubre, una elección de suma importancia para nuestra historia republicana, brillará en las páginas de nuestra historia. Aún algunos nos sacudimos el polvo de la derrota política y otros atónitos, quienes se dicen triunfadores, no pueden creérselo, pero de ambos bandos con el ímpetu y las voluntades melladas. Cada quien puede imaginar las causas dentro de cada contexto y realidad regional, pero se que muchos de esos factores son políticos y sociales.
En estas elecciones regionales del 16 de diciembre, la abstención será un factor determinante, además de la evaluación que cada ciudadano haga de su realidad regional, sin embargo, presiento un mayor desanimo de las filas opositoras.
A ellas va mi palabra de aliento: sé lo difícil que es reponerse ante la esperanza rota, ante un anhelo que pareciera esfumarse. Entiendo que el ánimo está mermado, a veces hablamos y oímos incrédulos los mensajes de esperanzas pero simplemente no hay otra vía, no hay otro camino.
No debemos tener pies de barros ¿Qué hubiese pasado si nuestros Libertadores se hubiesen amilanado ante la caída de la Primera República? No fue un intento sencillo, al contrario fue un largo camino lleno de intrigas, muertes y sufrimientos pero la constancia rindió sus frutos. En su tiempo fueron mayoría los seguidores de los realistas y minoría quienes siguieron a los patriotas, pero esta causa triunfó pues con denuedo y vehemencia nuestros Libertadores lucharon para tal fin.
Hay que seguir compañeros, como el ave buscando el horizonte, a veces con breves pausas ante la tormenta, pero siempre adelante, con el ímpetu propio del pecador quien alberga la esperanza de la redención, seguir como el recién nacido antílope que de forma trémula y torpe trata de andar a grandes trancos o como el pichón de ave en busca del vuelo con el anhelo de libertad y autonomía, seguir, siempre seguir, porque el hecho de ser minorías en este periodo transitorio, no nos hace mas débiles, menos inteligentes o menos incapaces, al contrario nos da motivos suficientes de superar las adversidades. En política no hay nada escrito.
El camino en este instante es democrático y el instrumento son los votos, se que es difícil creerlo en este momento, además lo absurdo que resulta para muchos ser participes de un sistema electoral entreguista y complaciente, pero de momento es la herramienta más adecuada. Las aventuras se las dejamos a quienes hoy nos gobiernan, en eso son especialistas, recordemos, la historia esta allí y esa no olvida.