La oxidación celular es un proceso natural del cuerpo humano, producido por el exceso de radicales libres, los cuales son sustancias químicas que alteran el tejido normal de las células que traen como consecuencia el envejecimiento prematuro.
Si las reacciones oxidativas son excesivas se produce el estrés oxidativo (producción desordenada de radicales libres) que origina daño a los tejidos normales, esto trae como consecuencia el envejecimiento prematuro y otras enfermedades, tales como diabetes, cáncer, demencia, infartos, cataratas, degeneración articular, artritis y manchas en la piel.
Dentro de los principales factores de riesgo que vienen asociados al envejecimiento celular y que contribuyen al estrés oxidativo son: la hipertensión arterial, obesidad, aumento en sangre del colesterol, diabetes, estrés, aumento en sangre de los triglicéridos, consumo de alcohol, entre otros.
En la menopausia
Con relación a la etapa de menopausia, la mujer es propensa a sufrir diversas enfermedades, porque alrededor de los 50 años comienza la disminución de los niveles de estrógeno.
La evidencia científica, entre ellas el estudio Framingham, ha demostrado que la mujer en la etapa de la menopausia tiene un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
La disminución de estrógeno está relacionada con la reducción de HDL o colesterol bueno y el aumento de los niveles de LDL o colesterol malo, lo que puede producir depósito de grasa y procesos obstructivos en las arterias, todo esto, más la reducción de las grasas naturales se traduce en una serie de síntomas, tales como calorones, palpitaciones, insomnio, cefaleas y depresión.
Para combatir el desgaste natural la ciencia ha desarrollado los antioxidantes, que son moléculas capaces de retardar o prevenir la oxidación de las células y que facilitan el uso fisiológico del oxígeno por parte de las mitocondrias, ayudando a reducir los efectos del estrés oxidativo.
La teoría sobre la acción de los radicales libres como causa principal del proceso de envejecimiento fue propuesta en el año 1957 por el científico Harman y ha sido ampliada por numerosos estudios clínicos.
Existen publicaciones científicas que avalan el uso del principio activo de la corteza de pino marino francés, como un potente antioxidante utilizado en un gran número de pacientes que presentan diversas patologías como consecuencia del desgaste celular. Para mayor información, puede consultar