Capitalismo Lunar
Cuando muchas personas se aprestaban a desempolvar sus pesebres y nacimientos, sacarlos de sus cajas, limpiarlos para iniciar uno de los rituales que la fé católica pondera como uno de sus más populares durante el mes de Diciembre, cual es, el pesebre, el Papa Benedicto XVI, a quien parece que el calificativo de “simpático” le resbala en sus últimas decisiones (perdóneme Ud. este sacrilegio su excelencia pontificia), acaba de publicar un libro llamado “La infancia de Jesús”, en el cual plantea que en el pesebre no habían ni una mula ni mucho menos un buey.
Entiende uno el celo y perfil académico e intelectual que caracteriza justamente a Don Joseph Ratzinger (que en principio me caía bien porque su apellido me recordaba a mi héroe de infancia “Mazinger Z”, que esta cumpliendo por estos días 40 años de existencia mediática, pero mejor no me desvío del tema de este artículo), docto y sabio en el plano de la disciplina teológica y que sin duda le da un sólido piso a su curriculum como máximo jerarca de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, diferenciándolo bastante de un Papa, sin duda alguna, más popular y carismático, como fue el Papa Juan Pablo II.
Pero afirmar que en ese humilde pesebre o “Belén”, como se le conoce en España, no hay indicios bíblicos o históricos de la presencia de animales, o de alguna mula o buey, es en todo caso una “ligereza”, o una afirmación errática porque tratando de pisar territorios de veracidad histórica o teológica, olvida o pasa lamentablemente por alto lo que constituye ya una extendida tradición, costumbre, práctica que conjuga cultura, música, iconografía y religión en el mundo del catolicismo como lo es el pesebre como representación del nacimiento de Jesús, el Niño Dios.
Y en momentos en que muchas sociedades transitan por crisis no sólo económicas, materiales o naturales, sino por crisis de valores y justamente de fé, lo planteado en el texto del Papa Benedicto XVI denota, ciertamente, la ausencia de una adecuada “lectura” política, social e ideológica de los tiempos que vivimos por parte del líder del catolicismo en el globo, cuando diversos factores como denuncias por conductas inapropiadas de prelados, poco trabajo pastoral, y una alicaída estrategia de evangelización e interacción con la población y sus realidades, junto a la presencia en aumento de otros credos y expresiones religiosas o de fe, iglesias que ofrecen diversos y variados caminos de redención o salvación (por muy “express” o maniqueos que nos parezcan dichos caminos) contribuyen como tendencias que buscarían disminuir justamente la presencia de la Iglesia Católica en el mundo, y especialmente en los países de habla hispana y América Latina.
Así que, discúlpeme Ud. Sumo Pontífice. Lo siento mucho, respetadísimo e ilustrísimo Papa Benedicto XVI. Le felicito por su nueva cuenta de twitter, lo cual es una señal de que entiende la importancia de adaptarse a los cambios y a los nuevos tiempos. Pero suficiente tiene ya la Mula, con tener que lidiar con la diversidad de su origen cruzado, o el Buey, con su subestimada fama como animal de carga, para que Ud. pretenda quitarles miles de años de protagonismo decembrino. En todos los pesebres del mundo, incluyendo los de aquí de Venezuela, y de Barquisimeto, las ovejas, Pastores, gallinas, gallos, y demás habitantes están en pie de lucha, cerrando las mini calles empedradas. Hasta los camellos declararon sus jorobas en huelga, y los Reyes Magos hacen magia para llegar hasta el pesebre, porque a ellos también les cayó el borrador del Papa. La tradición continuará, afortunadamente, porque eso es lo que quiere la gente. Pero hasta el burrito sabanero tiene una pancarta en su hocico, en la cual se puede leer: “Con mi mula y mi buey, no te metas”.
@alexeiguerra
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