En el mundo de las letras, existe un género sin igual, debido a la compleja rigurosidad de su técnica y al profundo contenido producto de la realidad real de las cosas; me refiero a la crónica, constituida por el género narrativo de la escritura y el periodismo, mostrándose como los dos más importantes elementos definitorios en este apasionante mundo.
Sin embargo, destaca la baja producción de “crónicas” y los pocos espacios donde estas pueden ser mostradas al gran público. Esa responsabilidad, en mi opinión, recae en gran medida en la prensa escrita. Ésta anteriormente se desempeñaba más como tribuna literaria y política que como medio de información donde la crónica poseía un importante espacio dentro del dinamismo comunicacional del país.
Al transcurrir del tiempo, y cumpliendo con su labor social, los medios impresos se inclinaron hacia la información de noticias, relegando la crónica a un segundo plano. Ciertamente la realidad nacional obligó a dichos medios a informar el acontecimiento diario. Contadas excepciones de medios de comunicación hicieron el esfuerzo por mantener los espacios donde cronistas diversos publicaban sus trabajos. Entre ellos puedo mencionar a este centenario medio de comunicación que con su sección Opinión ha tratado de conservar el espíritu de las crónicas, pero a pesar de ese esfuerzo estos espacios han quedado muy reducidos.
Actualmente para poder leer crónicas es necesario adentrarse a las profundidades cavernosas del ciber-espacio que como un ancho y profundo mar alberga las más extrañas, curiosas y genuinas expresiones artísticas contenidas dentro de las crónicas. En ningún caso debe ser confundida la “opinión” que emite algún autor, precisamente en su disertación, con un trabajo de crónica literaria, especialmente porque la crónica refiere hechos los cuales son fundamentados con el trabajo de investigación, o reporteo en el caso de la crónica periodística, que lleva a cabo un cronista o investigador, y que luego debe mostrar al lector sin caer en la tentación de interpretar, inventar o recrear hechos.
La crónica además requiere de la técnica de la reconstrucción de diálogos, perfiles y escenas pero basadas en la documentación y exposición de los elementos que nos demuestran que tales circunstancias, hechos o personajes existieron y tuvieron un comportamiento determinado, y con esos argumentos verídicos tratar de esculcar en la mente del lector y temporalmente ir dando respuestas a lo que suponemos el lector va cuestionando en la medida en que avanza su lectura, pues la noticia o el hecho se desarrolla, ya lo comenté, temporalmente, y su contenido va encapsulado desvelando al lector la realidad de un hecho increíble y hasta entonces desconocido.
Particularmente yo reclamo de los medios de comunicación el esfuerzo por rescatar tan apasionante género del olvido al que ha sido relegado debido a la cotidianidad de la noticia. Muchas veces al abrir un diario, es esta una opinión muy personal, y encontrar el índice de homicidios del último fin de semana, la tasa de inflación o la cuestión política, me produce tal escozor que prefiero cerrar las páginas del diario o solo ir a la parte que me interesa y esa es una de las fortalezas de los medios impresos que debe ser aprovechada en su máxima expresión: la posibilidad de llegar a un publico variopinto, con intereses disímiles, a través de un mismo producto.
Por tanto, no es descabellado pensar en un espacio dedicado a la publicación de crónicas.
Sería una muy buena oportunidad para el talento que deambula por allí y el cual carece de tribuna donde poder mostrar su arte, el cual es producto de la actividad del pensamiento junto al desarrollo de una compleja técnica y una alta capacidad analítica de hechos y circunstancias. Y emplazo a este centenario medio de comunicación y a los compañeros quienes acá habitualmente escriben, muchos de los cuales, lo sé, son amantes del género, a que impulsemos la creación de un espacio exclusivamente destinado a la publicación de crónicas narrativas y/o periodísticas provenientes del trabajo y la investigación de personas dedicadas a ello.
Pedro D. Túa
[email protected]
#Opinión: La crónica de un olvido. Por: Pedro D. Tua
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