Nadie duda que a nuestro Corazón de la Patria le hace falta una mediática alma gemela que lo ayude a soportar las traiciones de sus camaradas y a hacer más llevaderas las noches de creativo insomnio de nuestro querendón mayor.
La historia está plagada de grandes hombres públicos que acompañados de emblemáticas mujeres reivindicaron a la pareja como expresión de una exitosa fórmula de hacer política. Los ejemplos sobran y están a la vista; en América Latina la máxima expresión de esta coyunda política – sentimental la encarnan mi General Juan Domingo Perón y su compañera prematuramente fallecida: Eva Duarte.
Creo que los venezolanos debemos contar con una Primera Dama por el bien de nuestro Comandante, en consecuencia, propongo realizar ya un referéndum amoroso –único en el mundo como todas las iniciativas de la Revolución Bolivariana– para que Rosita por voluntad popular sea electa como Primera Dama del solitario Corazón de la Patria.
Rosita posee todas las condiciones –las físicas no las discute nadie– como para ser el complemento de nuestro líder: está con el proceso, es de extracción popular, no porta un cochino apellido mantuano, es actriz y podemista, se desenvuelve bien en pantallas y pasarelas, conoce de cerca el buen gobierno carcelario, es amiga de los influyentes pranes y no de los oligarcas empresarios, en fin, canta, declama, baila, recita y hasta le baila ballet.
Me babeo de regocijo y orgullo sólo de imaginarme a esa pareja nuestra conmoviendo a la opinión mundial, encabezando las páginas de la prensa escrita y digital: Rosita y su Comandante en su reciente gira por los países del Mercosur bailaron tango en Buenos Aires, milonga en Montevideo, samba en Río de Janeiro. O bien, en México Chávez interpretó un set de los mejores boleros rancheros, y su amada Rosita encantó al Presidente y al gabinete con la impecable ejecución de un jarabe tapatío.
Los imagino -en todos los 31 de diciembre que nos faltan hasta el 2019- declamando a dúo en cadena nacional el poema Las uvas del tiempo o interpretando Faltan cinco pa´las doce, de los inefables adecos, personeros de la putrefacta IV, Andrés Eloy Blanco y Néstor Zavarce.
También me figuro a la amorosa Rosita – llorosa y de negro luto recitando otra vez a Andrés Eloy –, en el momento más aciago que la Patria haya conocido después del cachaco asesinato del Libertador, como si fuera el mismo líderR, tal como Evita era el propio Perón:
“…Madre, si me matan,
ábreme la herida, ciérrame los ojos
y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo
y esa pobre mano por la que me matan,
pónmela en la herida por la que me muero. (…)
Si vienen mujeres, diles, sin sollozos:
-¡Si hablara, qué lindas cosas te diría!
Ábreme la herida, ciérrame los ojos… (…)
Y una palabra: Justicia
escriban sobre la tumba.”
Estoy absolutamente seguro que si esta fantasía posible, este inédito viable, se concreta en las urnas bolivarianas, el pueblo jubiloso, alborozado, entusiasta, parodiando a Aquiles Nazoa, declamará sin tapujos:
Verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando el Comandante Hugo Chávez amó a Rosita Jimena Araya, el Ruiseñor de Venezuela.
¡Viva el amor socialista y bolivariano!
¡A votar por Rosita!
