La periodista Aura Rosa Matheus acaba de ganar las elecciones del CNP seccional Lara. Al juramentarse como nueva secretaria general ha destacado entre sus metas más claras el respeto a la Ley del Ejercicio en el Estado, motivar a los colegas a la inscripción en el colegio, hacer una verdadera institución que enaltezca el periodismo larense, además de obtener la mayor cantidad posible de beneficios para los agremiados.
Promete igualmente trabajar unidos por nuestro gremio, luchar junto con las nuevas generaciones, censar a nuestros colegas y trabajar por sus derechos y beneficios.
¿Pero en este proyecto estarán incluidos los periodistas de la vieja guardia? Pregunta que quiere despejar dudas por cuanto durante la campaña electoral muchos de sus seguidores, nuevos profesionales del oficio, descalificaron a los periodistas de la vieja guardia, quienes vivimos la interesante transición entre reportear con o sin las nuevas tecnologías.
A más de un redactor nuevo se le escaparían las noticias a no ser por el Blackberry o las redes sociales. Más que “patear la calle”, nos tocaba patrullarla, pasar por los mismos sitios una y otra vez. No había o no estaban popularizados los celulares, y a la redacción nunca se llegaba con las manos vacías.
Eran tiempos sin Google ni Wikipedia, en los que tocaba ser en parte detective y sacarle los datos a toda la gente, necesarios para la reseña del segundo y tercer día cuando el suceso era bueno y la gente quería saber más, es decir, había un seguimiento a la noticia que no se mataba en el primer día.
El propio colega Jorge Euclides Ramírez, candidato de la plancha número tres, quien perdió en gallarda lid, enfrentó a algunos de estos jóvenes con criterio de que los periodistas, quienes según los nuevos medios de auto instrucción han hecho variar la primitiva acepción del término autodidacta, aprendieron en solitario sin posibilidad alguna de compartir ni contrastar la adquisición de conocimientos, sólo la experiencia de enfrentarse a diario con el bien y con el mal, libreta en mano, en la calle. Quien tenía vocación llevaba a cabo su auto-proceso de enseñanza-aprendizaje partiendo de un juicio crítico de los conocimientos adquiridos y por adquirir.
Fue tan alto el grado peyorativo de estos nuevos colegas, “graduados”, que nos calificaron de dinosaurios, lenguaje corriente en el cual es alguien que sigue viviendo cuando ya no se le necesita, y por consiguiente no tenemos derecho al oficio, ni al Colegio.
Tales expresiones nos robustecen porque quienes tienen ese concepto, encontraron un camino transitado, cuando los días y los meses eran sin fin, nunca parecidos al de estos en que el tiempo vuela y la vida es diferente.
Cuando los periodistas de ayer comenzamos, había muy pocos con título, como Óscar Yánez, a pesar de que el 24 de octubre de 1946 se fundó la primera Escuela de Periodismo de Venezuela, hoy conocida como Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, institución convertida en un pilar del mundo de la comunicación en general, desde el cual se construye un sentido crítico acerca de la sociedad. Para 1958, Venezuela contaba con tres universidades públicas: la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Universidad del Zulia (LUZ), y la Universidad de Los Andes; luego se fundaron las dos primeras universidades privadas del país: la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Santa María. Estas instituciones tenían una Escuela de Periodismo y a comienzo de los años ’70 cambiaron sus nombres a Escuelas de Comunicación Social.
Ojalá y esta nueva directiva nos una a los jóvenes entusiastas, con ganas de comerse el mundo, en una profesión nada fácil. Por el contrario, es muy dura y a veces ingrata. Es posible que tengan sus propios íconos o teóricos comunicacionales que no quieren compartir con nosotros. Que sus objetivos sean luchar por un mundo sin armas y sin guerras; estudiar el problema de la guerra y sus implicaciones en el desarrollo económico y social de los pueblos; contribuir con organismos nacionales e internacionales, gubernamentales o no, en la búsqueda de la paz; realizar publicaciones periódicas por cualquier medio en las cuales se plantee la necesidad de que el hombre no se autodestruya; compartir cara a cara sus planteamientos para el fortalecimiento del gremio como principal tarea, porque hoy corresponde una mayor responsabilidad y es la de elegir otros liderazgos en la búsqueda de mejoras para el colegio y los agremiados.
Esos, quienes iniciamos el periodismo sin escuela, transitamos hoy la misma ruta animada de sueños como en los extraordinarios años en que comenzamos, así las señales del físico dejen ver una realidad distinta. Tal como lo describimos en reciente opinión publicada aquí mismo, lucidez queda mucha, fortaleza igual. El músculo aun no duerme. No nos hemos quedado en el pasado. Pujanza y modestia para seguir en la brega, mientras Papá Dios disponga otra cosa.
#opinión: CNP edificante por: Orlando Peñaloza
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