Una joven liceísta expresa con angustia y desconcierto: “Cargar la camisa con la insignia de la institución me da vergüenza, pena… Por todo lo que ha ocurrido”.
La muchacha se refiere a la Unidad Educativa Nacional El Cují, donde hace un par de semanas ocurrieron hechos violentos que marcaron un antes y un después en la institución.
Las puertas están abiertas, pero no hay clases. En un salón se encuentran reunidos los docentes, preocupados por una situación realmente alarmante. Mientras que a las afueras patrullas de policías resguardaban el lugar.
La subdirectora del Liceo Bolivariano El Cují, profesora Yolanda Martínez manifestó que “el 6 de noviembre hubo un conato de violencia por presuntos estudiantes y vándalos, quienes irrumpieron en el plantel dañando todo”.
“Utilizaron bombas molotov, incendiaron una oficina completa y había personas adentro quienes pudieron salir porque llegó la policía. Golpearon las puertas con palos y piedras. Dañaron todos los baños, rompieron lavamanos y pocetas”, describió los hechos la docente.
En este liceo estudian 780 estudiantes, y en los hechos estuvieron 30 jóvenes que se presume son alumnos del plantel. Nadie los pudo reconocer pues estaban encapuchados y se intercambiaron las franelas, los de cuarto y quinto año tenían franelas azules y viceversa.
Desde ese día suspendieron las clases… Las aulas dejaron de ser un centro de educación, para convertirse en un lugar donde la intolerancia y el vandalismo reina.
Tanto docentes, como personal directivo se trasladó a la Fiscalía para colocar las denuncias, de la misma forma fueron al Ministerio Público, y lo que están pidiendo a las autoridades es que apliquen un Plan de Seguridad en la institución, para que vuelva la calma y para garantizar la seguridad de quienes estudian y laboran allí.
Hubo una asamblea el 15 con Delia Vargas de la Zona Educativa, el fiscal Wladimir Gutiérrez y un representante de la policía nacional.
En el día de ayer fue convocada una reunión con los representantes, para comprometerlos a que asistan al liceo y se turnen por hora, para que los jóvenes que están causando conflictos bajen la violencia.
“Se crearon comisiones de resguardo con los padres y las madres debido a esta situación. Tuvimos la vigilancia de los policías del destacamento, pero necesitamos que se queden continuamente”, dijo.
A las afueras de la institución, además de la joven que siente vergüenza, otros manifiestan que en el liceo ya entró la droga y las armas y allí radica el conflicto.
Fotos: Rinolfo Quintero