La noche del pasado martes, un grupo de al menos 13 detenidos en la Coordinación Policial Juan de Villegas 2 de Polilara, en el sector La Paz de Barquisimeto, realizaron una huelga de sangre para protestar contra las condiciones bajo las cuales se les mantiene recluidos.
La mayoría de los privados de libertad se infligieron heridas en una o ambas piernas, con cortes profundos para solidarizarse con el motivo de la manifestación. Esto ocurrió luego de que los mismos reclusos participaran en una huelga de hambre que no surtió el efecto que ellos esperaban.
Los 13 hombres, uno de ellos con síntomas de tuberculosis, fueron trasladados a la sala de Emergencias del Hcamp pasadas las 11:00 de la noche del martes, y fueron transportados de regreso al centro de detención en La Paz a las 2:20 de la madrugada de ayer.
Frente a la sede policial, se concentraron en horas de la mañana familiares de varios de los reclusos, expresando indignación por esta situación. En este sentido, Marián González, hermana mayor de José Luis Merlo González (22), denunció que él lleva 25 días detenido por estar presuntamente vinculado a un homicidio, al tiempo que afirmó que los oficiales sólo les permiten pasar alimentos simples, como arroz blanco, pero nada de granos ni de jugos naturales.
«Los mantienen a todos en una pequeña habitación que sólo tiene cuatro hileras de hamacas, y hasta hace poco ni siquiera tenían baño. Sólo después de mucho pedir, les hicieron uno, y ahora cuatro de ellos deben dormir en ese espacio», aseguró.
Por su parte, Ana Segura, hermana del detenido Wilson Segura (19), explicó que durante las visitas, los tienen esposados en parejas, por lo cual no hay privacidad.
Expresaron que el mayor de los detenidos, Pedro Peraza (57), sufre de tuberculosis y podría contagiar al resto de los reclusos. «También hay otro hombre que siempre carga una bolsa pegada a su cuerpo para hacer sus necesidades.
En ocasiones bota la bolsa a la poceta y ésta se tapa, y después los demás detenidos tienen que arreglárselas para destaparla», comentó Emelisa Álvarez, madre de Randi Álvarez, a cuyo hijo lo han retenido desde hace mes y medio por supuestamente haber participado en el robo de un vehículo.
«Hasta el último de diciembre, no recibirá una audiencia preliminar», acotó, aclarando que para salvar su vida, el joven se vio obligado a dejarse herir una pierna para demostrar su apoyo a los demás reclusos.
Igualmente, María González, madre de José Luis Merlo, aseveró que las mujeres policías que requisan a las visitantes, les ordenan quitarse toda la ropa como si estuvieran en Uribana. «Incluso mandan a desnudar a los niños y los manosean. A mí me han ordenado ponerme en cuclillas, y cuando me agacho se me agrava la gastritis que sufro, y se lo digo a la oficial, pero igual me obligan», relató.
Poco después, casi al mediodía, las parientes de los detenidos continuaron exigiendo la visita que les correspondía ayer según el horario establecido por el centro policial, en el cual se estipula que pueden ingresar a ver a sus familiares los días lunes, miércoles y sábados, sólo por una hora.
Por esta razón, se agolparon en la entrada del centro de detención, esperando poder ver a sus hijos, hermanos y cónyugues. Fue entonces cuando los funcionarios procedieron a pasar a los detenidos al patio del centro policial, pues Rubén Ramones, fiscal 21 con competencia en derecho fundamental, dirigía en ese momento un recorrido por las instalaciones junto a otros fiscales del Ministerio Público, por lo cual solicitó a las mujeres mantener la calma y retirarse de la entrada del centro, aduciendo que su presencia alteraba a los detenidos, asegurando que se llevaban a cabo los procesos legales para cada caso, y que no existía ningún tipo de violación de derechos humanos fundamentales en el centro de detención.
Las familiares de los privados de libertad, sin embargo, permanecieron en el lugar, exigiendo su derecho a la visita, mientras saludaban a la distancia a sus seres queridos, quienes les respondían, a pesar de las circunstancias, con entusiasmo y las manos en alto.
Fotos: Ángel Zambrano