El exboxeador puertorriqueño Héctor «Macho» Camacho, tiroteado en la isla caribeña la noche del martes, es mantenido con vida de forma mecánica a la espera de las últimas pruebas que certifiquen la muerte cerebral.
El director del Hospital Centro Médico donde el excampeón mundial está ingresado, el doctor Ernesto Torres Arroyo, dijo hoy en conferencia de prensa que solo resta esperar unas pruebas para declarar oficialmente la muerte cerebral del antiguo campeón mundial.
«Ya se hizo todo lo que podíamos hacer», indicó, aunque matizó que se llevan a cabo en estos momentos pruebas médicas para confirmar el diagnóstico de muerte cerebral.
Dijo que de confirmarse nula actividad vital, la familia deberá decidir si se desconectan las máquinas que mantienen con vida a la estrella del boxeo de las décadas de los ochenta y noventa.
«Todavía hay que realizar unas pruebas de confirmación», insistió, para decir oficialmente que «Macho» Camacho ha muerto.
Torres explicó que ha hablado con la madre de Camacho, María Matías, para tratar la posible donación de órganos.
El exboxeador fue disparado la noche del pasado martes en las cercanías de un establecimiento de Bayamón, localidad del área metropolitana de San Juan, en un incidente en el que murió Alberto Yamil Mojica Moreno, amigo del expúgil y fichado por la Policía por tráfico de drogas.
«Macho» Camacho recibió un impacto de bala en la mandíbula izquierda que le fracturó las cervicales número 5 y 6, y provocó una lesión en la arteria carótida que interrumpió el flujo de sangre hacia el cerebro.
La Policía de Puerto Rico investiga los hechos tras confiscar el automóvil desde el que se cree que se disparó contra Camacho y su acompañante en el residencial público Jardines de Cataño, distrito cercano a San Juan.
Camacho, uno de los principales púgiles durante las décadas de los 80 y 90, ha tenido problemas con la justicia en varias ocasiones por hurto, posesión de drogas y violencia doméstica.
En 2011, salió a la luz la agresión a uno de sus hijos, el último de los incidentes de una vida salpicada de excesos para el que es considerado uno de los mejores boxeadores de la historia de Puerto Rico.