#opinión: El hacha de Don Trino por: Marcial Roseell

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Cuando Caracas celebraba su año cuatricentenario, salieron a relucir vocablos y frases que en pasadas épocas eran de uso común y que habían quedado en desuso con el tiempo, cediendo el paso a formas de expresión en cierto modo extraño. En esto han influido los suplementos de los diarios con sus tiras cómicas para chicos y grandes. Así por ejemplo, tenemos a Mandraque el Mago, Mago al fin, aunque sea de papel, que sirve para todo, arregla lo más difícil de componer, tanto más en la imaginación que devela la agitación colectiva: “Esto no lo compone ni Mandraque” suele decirse para aludir a una inconformidad colectiva, como por ejemplo lo relativo al tránsito, la delincuencia y la inseguridad. De la necesidad cotidiana, se pasa indiferentemente a otras situaciones, en las que por ningún respecto deja de faltar la politiquería: “Mandraque no pierde una; las gana todas”.
Refiere Pedro Hernández Camacho, que “De la misma manera, en otras épocas, el Hacha de Don Trino fue la frase acomodaticia para toda acción y resultado y por eso gano fama para la diaria mención en el habla corriente de la Venezuela provincial”. Tuvo vigencia hasta comienzo del siglo XX y la hemos visto en algún relato costumbrista. Pertenece al habla diaria de Turmero, cuando ese pueblo aragüeño era considerado aposento de lo mejor de la colonia. Afirma Hernández Camacho que La vecindad de Don Trino, el hombre del hacha, era solo comparable en apogeo a la danza de Don Quijote.
Don Trino, con su hacha afilada no únicamente cortaba leña, sino que hacia leña toda dificultad que obstaculizara su faena de labrador. Labraba bateas de madera vana y fabricaba implementos del corazón de los arboles más finos: acapro, cartán, vera y quebracho, que en el caso de Don Trino, ni siquiera servía para amellar el famoso implemento cortante; no había impedimento posible: el Hacha de Don Trino se abría camino, resolvía problemas y tantas cosas hizo, que sirvió para todo. Solo que ahora no la conocen a falta de mención la gente de ahora y se fue olvidando a falta de uso.
Pronunciamos la frase aplicable a todo sentido, para dirimir una situación: “eso no lo corta ni el Hacha de Don Trino”; “esto no lo compone ni el Hacha de Don Trino” y eso se decía en todo momento, a cada instante, a toda hora, todo el año, hasta que con el devenir de los siglos, la frase dejo de oírse en el habla rural, de donde había pasado a la ciudad. Y comenta Camacho que “es verdaderamente lamentable que la población de hoy no sepan qué era el Hacha de Don Trino: un hacha milagrosa llave, puerta y cerradura a la vez”. De sus buenos tiempos en Turmero, Cagua, San Mateo y El Consejo, nadie ni la historia misma, recuerda el apellido de Don Trino. Todos supieron eso sí, que era el hombre del hacha que tubo la magia e hizo el milagro de servir para todo; y declara Pedro que si su filo se amello, fue para que no cortara el hilo de la historia.
Es verdad que era un refrán como tantos otros, pero digno de recordar.

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