Más de veinte años tiene la sociedad mundial discutiendo temas ambientales en conferencias, foros, congresos y cumbres que se han creado para ello. Expectativas van y vienen y las propuestas también. El debate surge, pero como si fuese una semilla en tierra infértil queda allí, no se riega, no se alimenta con nada.
Nacen términos y en teoría quedan muy bien, pero hasta allí. La práctica se hace distante y en oportunidades simple, pero no se lleva a cabo.
Las políticas ambientales dejaron de ser un capricho desde el mismo momento en que diversos factores comenzaron a mermar la naturaleza: la emisión de CO2, el cambio climático, las continuas deforestaciones, entre otros aspectos realmente significativos.
“La política ambiental es una directriz que orienta el desarrollo en lo que a ambiente se trata. Los gobernantes y todos aquellos quienes estén encargados de llevar a cabo propuestas, debieran suscribir acuerdos internacionales y manejar estas políticas de manera consciente y responsable”, explicó el doctor Rafael Javier Rodríguez, experto en cambio climático y ambientalista.
“Cuando se programa una cumbre, siempre dan cita tres instancias. La primera es la formal, en la cual asisten representantes de cada país. El problema o el detalle radica en que esas personas llevan como bandera lo que es la economía de sus naciones y dejan a un lado la parte ambiental. La segunda instancia es la ideológica, la que se encuentra en la calle mientras hay cumbres y congresos, siempre hay grupos manifestando los ideales.
Así nació el grupo de Copenhaguen, una agrupación que le gritó al mundo: No cambiemos el clima, cambiemos el sistema. Lo que querían decir es que se debía cambiar el basamento del uso del combustible fósil”, explicó el investigador.
Destacó que la ideología en este caso debiera ser plural, en la cual tenga cabida la defensa de la vida, que al fin y al cabo es lo que muere por el descuido, la falta de preocupación, de interés y de estrategias verdaderamente eficaces y eficientes.
La tercera instancia de la cual conversa el profesor Rafael Javier Rodríguez es la académica, la que tiene una voz muy baja y la que menos se toma en cuenta.
“En las cumbres siempre se anuncia: ‘vamos a hablar sobre el uso del combustible fósil’, y hay tres voces diferentes que se escuchan, las tres completamente diferentes. No es malo del todo, pero te conllevan a escenarios diferentes”.
El fracaso de Kyoto
Según el especialista, 2012 es el último año del Convenio de Kyoto, ya lo que se espera es un postKyoto luego de un fracaso inminente.
“No fueron alcanzados los objetivos. En vez de disminuir el monóxido de carbono las naciones la aumentaron de una manera impresionante. Esto se pudiera ver de una manera filosófica, como lo expresó el escritor Eduardo Galeano, cuando todos somos los culpables nadie se hace responsable”, indicó Rodríguez.
“Hay países que ni siquiera reflexionan sobre la política ambiental. China per cápita es el país con más contaminación en el mundo. Rusia está muy cerca. Y México aunque tiene este problema, están manejando políticas acertadas por lo menos en papel”.
Destacó que los especialistas y representantes de las naciones van de cumbre en cumbre. “Kyoto fracasó, lo que se tiene que hacer es firmar un postKyoto, se plantearon objetivos que jamás se cumplieron. Pero también falló la Cumbre de Río (Brasil) en 1992. Ahora nació un nuevo término que es economía verde. Mientras no existan los indicadores y los mecánicos como la Huella Ecológica, el Índice del Planeta Viiviente, no conoceremos el grado de afectación”.
“El problema es el sistema activo que no está estructurado. No se concibe la energía fósil desde la posibilidad de una transición paulatina, no nos desprendemos de eso con facilidad, pero si no buscamos alternativas tampoco resolveremos los problemas que tenemos”, dijo el docente de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA).
Expresó que el término de Desarrollo Sustentable también decayó, luego de haber sido discutido y analizado durante 20 años. “El desarrollo es vertical y lo sustentable es horizontal, nunca se van a alcanzar. Ahora pusieron en boga, Economía verde. Esos son términos que responden a la discusión de las comisiones, que van en representación de la economía, más que de lo ambiental”, agregó.
Divisiones internacionales
Explicó Rafael Javier Rodríguez que existen grupos en los cuales se encuentra una gran división entre naciones, lo que realmente no es positivo para la lucha de resguardar el ambiente.
“Se encuentra el grupo de los países más poderosos como el G7. Lo que han denominado como Economía verde es tratar de utilizar la energía iónica para no depender del gas y del petróleo. Existe la posibilidad de usar energías alternativas, pero en Venezuela se habla de energías complementarias que es absurdo, entiendo que lo que se quiere con esto es minimizar el potencial de las energías alternativas”, expresó el doctor Rodríguez.
“También se encuentra el Movimiento Basic que reúne a países como Brasil, Australia, India, China, Sudáfrica, es el grupo que va en franco desarrollo y que no quieren firmar convenios con los cuales se comprometan a respetar el ambiente, lo que quieren es el desarrollo sin importarles nada”.
Hay otro grupo de naciones conformado por Argentina, México, Costa Rica, Perú, Uruguay, que están en la búsqueda de lo que se ofrece a través de la Economía Verde. Están a la expectativa porque sí quieren proteger el ambiente.
También se encuentran los países del ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América), en los que se encuentra naciones como Venezuela, Nicaragua y otros donde el desarrollo del petróleo es muy importante, “pero se mantienen diciendo que la producción petrolera no contribuye al Calentamiento Global. En el 2005 se llevó a cabo la Primera Comunicación Nacional de Cambio Climático en Venezuela y el resultado de las emisiones fósiles fue de 0,7”.
“Y el último grupo es el de países como Haití o Tubalú, que no tienen voz y voto, que son extremadamente pobres.
El caso de Tubalú tiene circunstancias adversas, se está hundiendo, el agua lo colapsó y la única solución es mudar a sus habitantes. Son los menos favorecidos y son los que tienen mayor posibilidad de fracasar en cuanto a políticas ambientales”.
Destacó que hay naciones con más vulnerabilidad que otros. “Y si llevamos a cabo el principio compartido, de quien contamina más debe pagar más, esto se debe analizar muy bien. No es conveniente que países ricos compren espacios o quizás conciencias. Los problemas ambientales no tiene fronteras”.
Ilustración: Dalver Santeliz