El sueño del hombre por la justicia es un anhelo inalcanzable.
Esta reflexión viene al caso por lo que ocurre en Venezuela; donde la aplicación de la justicia tiene categorías. Hay jerarquía de ciudadanos: para unos, la justicia es tardía, es decir, no es justicia; para otros es expedita (como debe ser).
Sigue siendo la jurisdicción penal, el derecho de la sombra: cavilo sobre ello, al observar las decisiones que recaen en los casos que trascienden a la prensa nacional. Veamos: El juicio a los comisarios duró años, quebrantándose el principio de concentración, lo que lo convierte en írrito; pero cuando llegó la oportunidad en que el Tribunal Supremo de Justicia en Sala Penal conociera los vicios e inequidades de ese juicio; el inefable Aponte Aponte de manera mágica leyó un expediente muy voluminoso en cuestiones de horas, para desestimar las denuncias que allí se hicieron; en cambio la justicia para los pistoleros de puente Llaguno no pudo ser más expedita.
El COPP prevé que la libertad es la regla y que su privación es la excepción; asimismo la materia cautelar establece que las medidas de coerción personal en ningún caso deben exceder el plazo de dos años; pero estas disposiciones son de plastilina, pues se beneficia a las personas afectas al régimen, pero en ningún caso a quienes no son obsecuentes con él.
Muchos son los casos donde se violenta el derecho de los indiciados, las medidas cautelares sustitutivas a la privativa de libertad no proceden; pero en cambio, si queremos un ejemplo de justicia célere, eficiente no podemos dejar de citar que otros, quienes gozan de una medida cautelar y sus compañeros de causa por los mismos delitos, están privados de libertad.
Rosita, con su gorra de Podemos es una prueba evidente; por supuesto, ellos son representantes de la revolución. Quienes conforman el sistema de justicia, son miopes, porque más temprano que tarde necesitarán de una buena administración de justicia; pero por lo que han sembrado, no les auguro una justicia equitativa; cuando pidan justicia para ellos o para los suyos.
Parafraseando al maestro Carnelutti, debo decir, que no se ha comprendido el valor que tiene el derecho penal para la civilidad de un pueblo. La degeneración del proceso penal, es uno de los síntomas que indican más la gravedad de la civilidad de un país. Estamos viviendo una justicia parcelada, donde los justiciables son juzgados por su color político; con discriminación, lo que evidencia que no hay justicia y por ello afirmamos que la miseria del proceso penal se descubre cuando hay ausencia de pudor.
Ejemplos redundantes de las categorías de justicia sobran: los casos de la Dra. Galeno a quien inicialmente se le envía al INOF, mientras que a Rosita la enviaron al Cuartelito en la ciudad de Maracay, en lugar de enviarla al anexo femenino de Tocorón, reflejan lo que he venido diciendo. Es bueno recordar, que la injusticia perturba el orden y la paz social. Es triste decirlo, pero el poder político ha convertido a los fiscales y jueces en lugar tenientes, al tener que asumir acciones contrarias al derecho. Me pregunto ¿cómo estarán sus conciencias?
@rabayma
#opinión: Rosita o el estado de la justicia por: Rafael Bayed
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