La vida es un regalo que se celebra cada día. Para el cristiano, el sentido de la vida sólo puede girar en torno a la mirada de Cristo. Bien lo dijo la Madre Teresa de Calcuta; “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”. La Iglesia Católica de Barquisimeto tuvo el privilegio de celebrar el cumpleaños número 80 de monseñor Tulio Manuel Chirivella, quien por más de 25 años se dedicó a pastorear las ovejas de esta arquidiócesis.
En la capilla ardiente de la Catedral de Barquisimeto se efectuó una íntima eucaristía en presencia de sacerdotes, religiosas, laicos y familiares de monseñor Chirivella, quienes manifestaron su profundo cariño a través de las oraciones, plegarias y cantos.
“El Espíritu Santo es quien nos ha guiado a honrar la vida de Tulio Manuel Chirivella. El Evangelio nos dice que las ovejas conocen la voz de Cristo. Así, nosotros también reconocemos la voz de monseñor, quien por 25 años fue el buen pastor de nuestra arquidiócesis”, expresó monseñor Antonio López Castillo durante la misa.
La máxima autoridad eclesial destacó su espíritu de caridad, entrega y perseverancia en el camino cristiano. “Monseñor ha hecho de Cristo su Pastor. Nos congregamos en familia para celebrar sus 80 años de vida, hay motivo de alegría y gratitud. El Señor nos presenta a Tulio Manuel como un hombre sencillo, porque Él está en los humildes, amables, en el silencio de la fe”.
El prelado destacó el amor que el cumpleañero mostró siempre por los sacerdotes y las vocaciones religiosas. “Sé que diariamente reza un Santo Rosario. Ha amado a la virgen profundamente, sobretodo en la advocación de la Divina Pastora”.
Durante su servicio, Monseñor Chirivella dio muchas alegrías a la Iglesia local. 108 sacerdotes fueron ordenados por él, y diversos movimientos católicos consiguieron su aprobación para proyectos de evangelización en todo el estado. “Cuando la Iglesia ha sido calumniada, monseñor sale siempre en su defensa”.
Mientras transcurría la explicación de la Palabra, el agasajado se mantuvo atento a cada una de las reflexiones. Su rostro transmitía tranquilidad, sencillez y prudencia. Al concluir la homilía, se levantó y en actitud de agradecimiento se dirigió hacia monseñor Antonio López Castillo y le dio un fuerte abrazo.
Los aplausos invadieron el lugar, llenando de emoción a quienes fueron testigos de la hermandad entre ambos sacerdotes.
“Estoy muy contento”
Al cierre de la celebración eucarística, los periodistas fueron los primeros en escuchar las palabras de Monseñor. “Estoy muy contento por este tiempo… Me sembré aquí, aunque vengo de otra parte, me sembré en Barquisimeto. Aquí tengo parte de mi familia, a mis amigos, lo que muestra que nos hemos entendido bien. Recomiendo que siempre buscamos la amistad, la cercanía con los demás y evitar los conflictos”.
Monseñor destacó la importancia de la caridad con el hermano a través del servicio. “Tenemos que insistir mucho en que nuestra vida no es sólo para nosotros mismos, sino para ayudar a quienes nos necesitan, acompañar a los que sufren y ver de qué manera se puede hacer el bien. La visión nuestra no puede ser egoísta sino más bien de cómo ayudar al otro, para que todos podamos llevar la fe”.
De cara a los comicios electorales que se avecinan, el presbítero instó a los creyentes a mantener un espíritu de paz. “Seamos respetuosos, sin hablar mal de nadie… Todos debemos ayudar para que haya paz y armonía entre los venezolanos, sin distinción. Que nos tratemos bien unos a otros”.
Muchos de los problemas que tenemos, dijo, son consecuencia de los conflictos y peleas. “Si podemos estar como hermanos, ¿por qué tenemos que seguir con conflictos?”.
Gastarse y desgastarse
El 14 de noviembre de 1932 en Aguirre, estado Carabobo, nació Tulio Manuel Chirivella.
De acuerdo con datos aportados por la Conferencia Episcopal, este hombre de Dios es hijo de don Manuel Antonio Chirivella Mendoza, carpintero y sastre; y doña Rita Amelia Granadillo de Chirivella.
“Ingresó al seminario de Valencia con apenas 13 años, el 8 de septiembre de 1945. “Más tarde, en 1950, fue enviado junto a dos compañeros (que al poco tiempo desisten), al Pontificio Colegio Pío-Latinoamericano de Roma. Allí permanece seis largos años. El 11 de noviembre de 1956, con 24 años de edad, fue ordenado Sacerdote en la Catedral de Valencia”.
Escogió como lema sacerdotal «Me gastaré y desgastaré para la Gloria de Dios”. Y así fue, por 56 años ha llevado la Palabra de Dios dando testimonio de su amor y misericordia.
A lo largo de su vida, ha ocupado cargos de gran responsabilidad dentro de la Iglesia, entre ellos, canciller en la Diócesis de Valencia, director del Liceo Monseñor Beller, consultor diocesano, asesor del Movimiento Estudiantil Cristiano, secretario de comunicación social para los organismos de masas, defensor del vínculo, juez adjunto del Tribunal Eclesiástico, vicario capitular y vicario general.
El 5 de abril de 1974, fue nombrado por el Papa Pablo VI como obispo de Margarita, tomando posesión el 22 de junio del mismo año. Más tarde, el 18 de octubre de 1982, su Santidad Juan Pablo II lo designa Arzobispo de Barquisimeto, tomando posesión el 11 de diciembre de 1982. Tuvo como obispos auxiliares a Monseñor Eduardo Herrera y a Monseñor José Luis Azuaje.
El 15 de junio de 1999, su Santidad Juan Pablo II lo designa administrador apostólico de la Arquidiócesis de Maracaibo, tomando posesión el 28 de junio de 1999 hasta el 2001.
Fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana en los períodos 1987-1990 y 1990-1993; presidente de la Comisión Episcopal de Vocaciones y Ministerios, y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana en el período 1996-1999.
Con una vida llena de logros, y aún dispuesto a entregarse al servicio de los hermanos, monseñor Chirivella sopló la velita número 80, rodeado de la gente que lo ama.
Fotos: Rinolfo Quintero
