A pesar de contar con las tuberías de agua, de los grifos no sale ni una gota. La crítica situación de las familias de la parroquia Aguedo Felipe Alvarado, a causa de la falta del mineral, representa incomodidades para los humildes vecinos.
La hidrológica resuelve la falta del servicio, con cisternas que surten semanalmente a los hogares, sólo que dos o tres “pipas” (recipientes) no alcanzan para todos los integrantes del hogar y, de forma irremediable, las personas terminan pagando un suministro adicional.
Entre 100 y 300 bolívares semanales, invierten las familias de Las Colinas, en Bobare, para medianamente tener agua a lo largo de la semana. Cuentan que los reclamos a Hidrolara no sirven de mucho: “nadie se reúne con nosotros para hablar de la escasez del vital líquido”.
Así lo expresó Yelitza Sequera, habitante, a propósito de la desesperación que sienten al no poseer uno de los recursos naturales más importantes para la supervivencia. “Hidrolara trabaja en la Matriz Norte, pero para Bobare no tienen planeado ningún mejoramiento: somos los camellos de Barquisimeto”, dijo.
Vías para carros rústicos
En Las Colinas, las vías no están asfaltadas, aunque ya fueron instaladas las cloacas, es decir, no existirían excusas para seguir postergando el pavimentado. Sin embargo, los consejos comunales de la zona no logran la atención de la Empresa Municipal de Infraestructura y Conservación del Ambiente (Emica) para que ejecute un plan de rehabilitación vial. Solicitan además la canalización de las quebradas que atraviesan buena parte de las barriadas de Bobare.
Cuando llueve, no tardan en ocurrir inundaciones que alteran los nervios de los residentes. Es un caos por donde se mire: hace falta antes que cualquier cosa, voluntad y apoyo oficial, de lo contrario, la pobreza seguirá instalada entre los lugareños.
En este sentido, conviene que el tratamiento de la vialidad, vaya de la mano, con los desagües a fin de evitar mayores molestias en el futuro. Hasta los vehículos rústicos sufren desperfectos con el paso constante por las calles de la comunidad ubicada a unos 45 minutos de Barquisimeto.
Oscuridad presente
Adicional a la falta de agua, de arreglos en las vías, perjudica el hecho de no contar con el alumbrado público. Con postes improvisados, en algo, logran iluminar las cuadras. Sin embargo, está presente el riesgo de cortocircuitos fuera o dentro de las casas y ranchos de zinc.
Por otro lado, manifiestan que la improvisación en la electricidad deja consecuencias lamentables en los artefactos que utilizan: se dañan frecuentemente. Sea por la alta tensión o por repentinos
“apagones” los aparatos terminan arruinados y, con esa situación, se duplica la preocupación en los hogares, los mismos que invirtieron mucho dinero en adquirirlos.
Fotos: Luis Salazar