Planteamientos
De suyo, la eficiencia constituye uno de esos constructos sobre los cuales se erige toda una discusión teórica que durante siglos ha intentado justificar la existencia de las distintas organizaciones que contribuyen a moldear la morfología de la sociedad en su evolución.
Sostiene el filósofo alemán, Max Weber (1864 – 1920), que en el centro de la estructura del Estado, al igual que el resto de las organizaciones, desde el punto de vista técnico, debía operar una fuerza o mecanismo impulsor de la racionalidad que permitiese definir las reglas de juego a lo interno, como base para alcanzar sus metas, sus objetivos y sus resultados: la eficiencia. Sus reflexiones acerca de la Burocracia, apuntan a considerarla como el tipo ideal de organización, en un contexto histórico en el cual el desarrollo del sistema capitalista en Europa ya demandaba un mayor control sobre la producción.
La preocupación por la degeneración burocrática o burocratismo y la ineficiencia gubernamental ha llevado al surgimiento de nuevas disciplinas en el espectro de la Economía, tal como la Nueva Economía Institucional, de dicada, por ejemplo, a medir la calidad de la burocracia, asociada a los costos de transacción en que incurren los agentes económicos a la hora de formalizar sus negocios ante los entes gubernamentales. Para el año 2004, según el Informe del Banco Mundial, tiulado: ”Doing Business in 2004: Understanding Regulation”, registrar un negocio en Venezuela implicaba efectuar 14 procedimientos legales y llevaba 119 días. El país que más días tarda en realizar los procedimientos legales es República Democrática del Congo con 215 días. Esta situación, al parecer lejos de haber mejorado, con contadas excepciones, se torna crónica.
La prédica permanente, cíclica y recurrente al eficientismo, con la cual los diferentes gobiernos, en el país y en América Latina, suelen anunciar toda propuesta de transformación del Estado, acompañada por la respectiva reforma de la administración pública. En mucho casos terminan semejando a una especie de “fata morgana” en el sentido de constituir verdaderos espejismos, con una densidad mayor de lo normal que los hace aparecer como casi reales.
La gestión de gobierno actual tiene en sus raíces mucho de ese eficientismo que hoy por se reclama a todos los niveles de la administración pública. En 1996, la propuesta que se asoma al electorado en el documento: “Una Revolución Democrática”, contempla la necesidad de que las funciones se lleven a cabo de manera eficiente y sin menoscabo de la calidad de vida de los venezolanos. Igualmente, reducir el número de Ministerios para hacer un Consejo de Ministros más operativo y que los existentes se tornasen eficientes y funcionales.
El Plan Bolívar 2000 significó una vía para atender las necesidades sociales, con un diseño organizativo flexible, dependiente directamente de la Presidencia de la República y bajo la coordinación del estamento militar. El ensayo de los Gabinetes Móviles que reunía a los Ministros con Gobernadores y Alcaldes bajo la coordinación de la Vicepresidencia Ejecutiva, a objeto de aprobar proyectos y recursos para el desarrollo regional y local tuvo una duración efímera.
La Comisión Presidencial para la Transformación de la Administración Nacional en instrumento para la Consolidación del Nuevo Estado Venezolano, fue creada según Decreto N° 1.980, Gaceta Oficial N° 37.530 del 18-09-2002, con el propósito central de “definir las líneas estratégicas que guiarán el Proceso de Consolidación del Nuevo Estado Venezolano”; además de contar entre sus objetivos: “Propiciar el diseño de organizaciones bajo criterios de eficiencia, eficacia, oportunidad, viabilidad, factibilidad y racionalidad”. En su integración figuraron ministros de despachos clave cuya participación en la dinámica político- institucional del país hizo presagiar el debilitamiento de la misma y su desaparición en el horizonte lejano, en un momento coyuntural en el cual aún no se hablaba de Socialismo del Siglo XXI en Venezuela.
La problemática de la gestión pública lejos de atenuarse se ha agudizado. Por ejemplo, coexiste una estructura burocrática tradicional con una administración “ad hoc” representada por las Misiones. Persiste falta de coordinación y sinergia entre los entes descentralizados y los órganos de adscripción, con el agravante de la duplicidad de funciones en muchos casos. No existen sistemas de indicadores de gestión institucional.
A nuestro modo de ver, en el periodo de gestión más crítico para el actual gobierno, el Plan Nacional 2013 – 2019, sin un Plan de Transformación Institucional que lo soporte, puede convertir, una vez más, a la eficiencia en una “fata morgana”.