Doray Abbo, ciudadano árabe de 25 años, estaba acostado en una de las habitaciones de su quinta G-51 de la Villa Crepuscular, cuando dos hombres forzaron las puertas, entraron y lo acribillaron a tiros.
Los vecinos dijeron que escucharon unos 20 disparos y cuando cesaron las detonaciones oyeron que un Chevrolet Spark gris arrancó del frente de la casa a toda velocidad.
Abbo acababa de llegar de su trabajo vendiendo electrodomésticos por cuenta propia en diversos sectores de Barquisimeto. Entró a la casa, cerró con llave, fue a su cuarto, encendió el aire acondicionado y se acostó. A los pocos minutos llegaron los homicidas, dos esperaron en el carro, los otros dos se bajaron y forzaron las puertas con pata e’ cabra. Según las fuentes policiales iban a robar, pero el joven se resistió y le dispararon.
En pocos minutos comenzaron a llegar vecinos al sitio para ver qué había pasado. Los más allegados llamaron a los familiares quienes llegaron desconcertados por lo que había sucedido.
En la acera del frente de la casa quedó un candado roto que estaba puesto en el portón del garaje, que abrieron. Parte de la cerradura de la puerta quedó tirada en el piso del porche así como más de 20 conchas de balas esparcidas entre la primera habitación, la sala y el porche. Funcionarios del Cicpc llegaron al sitio, iniciaron las investigaciones y manejan como móvil el robo, pero no descartan ninguna otra hipótesis.
A las 5:00 de la tarde llegó a la casa Darín Abbo, hermana del fallecido, quien entró en crisis cuando otros de los parientes le confirmaron la muerte del joven.
“Mentira, no, no puede ser, déjenme verlo. Qué le hicieron, esto tiene que ser mentira no, Doray, Doray, no”, gritaba desconsolada la mujer mientras dos de sus parientes trataban de consolarla.
Un allegado comentó que Doray nació en Valencia, estado Carabobo y hace siete años se vino a Barquisimeto y se dedicó a vender electrodomésticos por su cuenta. Los primeros años los vivió en el este de la ciudad, pero se mudó porque habían tratado de robarlo en varias ocasiones. A la manzana G de la Villa Crepuscular llegó hace dos años y rápidamente se ganó el cariño de la gente. “Por aquí lo llamábamos El Árabe; era un hombre muy trabajador, siempre estaba pendiente de venderle cualquier cosa a uno”, relató un vecino quien no quiso identificarse.
En dos ocasiones habían intentado robar su casa, pero no pudieron.
Trascendió que Abbo vivía solo, pero tenía una novia con quien iba a casarse próximamente.
Fotos: Edickson Durán
