#Opinión: A mi no me consultaron, ¿y, a ti? Por: Dulce María González

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Paulo Coelho, en su libro Ser como el río que fluye, nos muestra la siguiente cita de lord Salisbury: “Si crees totalmente en los médicos, pensarás que todo hace daño a la salud. Si crees totalmente en los teólogos, te convencerás de que todo es pecado. Si crees totalmente en los militares, concluirás que nada es absolutamente seguro”.
Entonces,  basándonos en dicha cita, podríamos deducir que,  si creemos totalmente en la palabra de la ministra de educación, cuando sostiene que para respaldar la Resolución 058 fueron consultadas más de cinco mil personas, seguramente nos convertiremos en  “creyones”.
Además, si es válida la opinión de cinco mil personas, de un universo de aproximadamente veintiocho millones de ciudadanos para tomar decisiones tan importantes y trascendentales, como el futuro educativo de nuestros niños,  el funcionamiento de las escuelas y  el ejercicio de la profesión docente. Pensé que, como madre, docente y ciudadana venezolana, también podría realizar mi propia encuesta en mi entorno familiar y entre colegas, padres, representantes y amigos.  Y,  este fue el resultado:
¿Fue usted consultado para decidir sobre la Resolución 058?
La respuesta fue 100% “NO”.
¿Qué piensa usted de esta resolución?
Palabras más, palabras menos, las respuestas son unánimes:
-Nadie puede venir a decidir sobre mis hijos.
-Todos merecemos respeto profesional, por el puesto que cada quien se ha ganado con su sacrificio.
-No es justo que lleguen personas que no se han preocupado por su crecimiento personal ni espiritual, a mandar, a dar órdenes y a pisotearnos, sin respetar el nivel profesional.
-Es horrible, se tornará un ambiente inhóspito.
-Bajo qué criterios evaluarán  mi desempeño docente personas que no están preparadas académicamente para emitir un juicio de valor, recordemos que no se da lo que no se tiene.
-Es como permitir que los vecinos decidan, qué se come en mi casa hoy.
Personalmente, como madre, decir “familia”, “hijos”, “amor”, prioridad”, es lo más sagrado. Como docente, practico mi profesión resumida en cuatro palabras: “La Pedagogía del Amor” y como ciudadana venezolana,  cumplo con mis “deberes” y exijo mis “derechos”, en el marco de los valores éticos y morales; en la convicción de que, ya sea como madre, abuela, esposa, hermana, tía, maestra, compañera, colega, amiga, vecina, siempre podré sostener  la mirada y profesar con el buen ejemplo, llevando el compromiso como bandera.

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