No hace mucho, personas alarmistas anunciaron por internet que el mundo se acabaría este año; pero al mismo tiempo refieren una radical y potencial paralización devastadora del planeta, fenómeno que va a durar tres días, transcurridos los cuales el globo terráqueo reiniciará su giro, con la diferencia que donde antes estuvo el polo Norte magnético, estará el polo Sur y viceversa. La publicación dice que esa inversión geomagnética ha sucedido varias veces, siendo la más reciente el año 13.200 A.C.
Vinculan esto con la petición que hizo Josué al ser supremo que detuviera el trayecto del Sol. Igualmente mencionan unos papiros egipcios, según los cuales una vez hubo un día excesivamente largo, en donde el sol salió por Occidente y se puso por el Oriente; algo similar habla de tradiciones Mayas que cuentan de una noche tan larga que no se vio al sol durante más de tres días. ¿Sería todo esto cierto?
Analiza el periodista Rafael Silva que cualquier estudiante de física elemental sabe que muy profundo en el centro de la Tierra, metales en estado semilíquido como el hierro y el níquel, generan un potente campo magnético, que entre otras cosas protege al planeta y todo lo que existe en él de la radiación, pues desvía partículas cargadas eléctricamente que provienen del sol y los enigmáticos rayos cósmicos. Ese campo magnético viene siendo en cierta forma un enigma. Tanto el polo Norte magnético como el Sur no están alineados con los polos geográficos y continuamente cambian su posición y hasta la invierten.
La última vez que ello sucedió no fue en el 13.200 A.C sino hace setecientos mil años. La próxima inversión de los polos magnéticos tampoco será este año, sino dentro de mil doscientos años; algo muy cercano geológicamente, pero en la cronología humana, una verdadera incógnita.
Sigue analizando Rafael Silva, que si en la turbulente actualidad, con el cada vez más creciente caudal demográfico que a pesar de guerras, hambrunas, la delincuencia desbordada, enfermedades y catástrofes naturales, no tardará mucho en alcanzar la impensable cifra de ocho mil millones de habitantes, consumiendo y destruyendo un planeta, cuyos recursos son finitos, se ignora el destino de la raza humana, no para dentro de 1.200 años, sino en el 2.100 por ejemplo. En ese entonces, fantasean algunos, habremos colonizado Marte y quizá dos de las lunas de Júpiter; pero la verdad es que si hace dos o tres siglos los científicos podían predecir con toda confianza que en el para ellos lejano futuro, nuestra especie continuaría existiendo y progresando, ahora, no es tan seguro; ese mismo progreso que nos ha llevado al umbral del espacio, igualmente se ha vuelto una amenaza ecológica, ideológica, militar y demográfica. Basta ver, por citar solamente un caso, el crecimiento exponencial de los arsenales bélicos, no únicamente de grandes potencias, sino también de países del tercer mundo.
#Opinión: Este año no Por: Marcial Roseell
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