#Opinión: Suicidios en masa por: Carolina Jaimes Branger

Hay un mito sobre unos roedores llamados lemmings: dice que se suicidan en masa arrojándose al mar, a un lago o a un río. Esta creencia, falsa de toda falsedad, proviene en buena parte de un documental de Disney filmado en 1958 y llamado “White Wilderness”. No se sabe si los ejecutivos de los estudios Disney tuvieron conocimiento de la manipulación que el equipo de 9 fotógrafos encabezado por James R. Simon hizo de la migración de los lemmings, pero el resultado es una impresionante escena en la que centenares de animalitos saltan desde un acantilado a un río en un acto que podría calificarse de suicidio masivo. Actualmente se sabe que fue una escena preparada, que los roedores fueron comprados y llevados a un lugar que les era totalmente ajeno, colocados sobre una plataforma circular móvil para aparentar que caminaban sobre nieve por larguísimas distancias y que al final los lemmings fueron inducidos a correr hacia el precipicio. Una versión muy distinta a la que nos han ofrecido.
El suicidio es un acto extremo, volitivo y muy doloroso. El instinto natural de los seres vivos es preservar la especie, no suicidarse. Los lemmings emigran cuando hay sobrepoblación de su especie en un determinado lugar y ciertamente hay algunos que mueren en el trayecto… lo que no significa que se suiciden. Para suicidarse se necesita libre albedrío y los únicos seres que lo tenemos somos los hombres.
Savater en su «Ética para Amador» usa el ejemplo de las termitas para definir qué es el libre albedrío. Las termitas son unos animales extraordinarios. Carecen de caparazón, de manera que los nidos-túmulos que constuyen funcionan como tales. Cuando llega un elefante, un oso hormiguero o cualquier otro animal que destruye sus nidos, las termitas inmediatamente se separan en dos grupos: las obreras, que comienzan de inmediato a reconstruir el nido y las guerreras, que se enfrentan al enemigo. Suena increíble, pero es así. Y eso no significa que las termitas se estén suicidando, sino que biológicamente están diseñadas así y no tienen otra escogencia. Los seres humanos sí la tenemos. Podemos luchar, rendirnos, hasta escondernos en un museo…
Hay una sabiduría en los animales que, como decía Jardiel Poncela, en muchas ocasiones sobrepasa la de los hombres. Porque en la raza humana sí ha habido suicidios en masa, siendo el más conocido el protagonizado por la secta de Jim Jones en Guyana en 1978, donde 909 personas –incluyendo niños- cometieron suicidio ingiriendo cianuro. “Un acto revolucionario”, lo llamó el “reverendo” Jones. En este caso también se ha especulado sobre cuántos en realidad se suicidaron y cuántos fueron asesinados, pero el hecho es que hubo un grupo numeroso de fanáticos que sí estuvo dispuesto a suicidarse en masa y lo hizo.
Otro caso menos numeroso y menos conocido fue el suicidio en masa de la secta Heaven’s Gate, cuyos miembros, cuando pasó el cometa Hale-Bopp en 1997, ingirieron vodka con somníferos y se colocaron bolsas plásticas en sus cabezas para irse en la cola del cometa al reino de Dios.
Hace pocos días Teodoro Petkoff se refirió como “suicidio” a la abstención electoral. Ya los venezolanos se suicidaron masivamente una vez, en 2005, (no me incluyo porque fui a votar aunque voté nulo). No sé quién sería el primer “reverendo” que indujo al acto, pero el resultado fue entregarle el país en bandeja de plata al chavismo. Los errores se pagan y éste lo seguimos pagando…
También dicen que el hombre es el único animal que se pega dos veces con la misma piedra… ¿nos abstendremos de votar en las elecciones del 16 de diciembre?… Nosotros nos pusimos en situación de desventaja frente al poder de Chávez y eso no se resuelve de un día para otro. Tenemos que quejarnos del abuso y tratar de detener del ventajismo, pero TENEMOS QUE IR A VOTAR. Si no lo hacemos, ya no será un mito de unos lemmings lanzándose por un acantilado. No será un acto de fanáticos. Será puro y simple libre albedrío. Una vez más, millones de venezolanos optarán por la estupidez y se suicidarán en masa…