Hace medio siglo, tras el triunfo de la revolución cubana en 1959, brotaron como hongos las guerrillas en América Latina: muchas fueron derrotadas, otras pactaron la paz y están en el poder. Las FARC, la más antigua, trazan ahora su destino en la mesa de negociación.
Tras lanzar en octubre en Oslo un diálogo que busca poner fin a un conflicto armado de 48 años, las marxistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de Juan Manuel Santos se sentarán el 15 de noviembre a discutir en La Habana una agenda que incluye un futuro político para el grupo rebelde.
«Las FARC tienen como único éxito visible haber sobrevivido medio siglo. Eso no deja de darles fuerza como interlocutor ante el gobierno. Pero cuando se llega a la conclusión de que no es posible derrotar al otro, se debe negociar. Es hora de la vía política», destacó el salvadoreño Víctor Valle, vicerrector de la Universidad para la Paz, creada por la ONU y con sede en San José.
Unos 40 movimientos insurgentes surgieron en América Latina en la segunda mitad del siglo XX, durante la Guerra Fría, principalmente en los años 60 y 70, la gran mayoría de ideología marxista-leninista e inspirados en el triunfo de la revolución de Fidel Castro en Cuba.
Decenas de miles de latinoamericanos empuñaron las armas, apoyados por La Habana aliada a Moscú, para enfrentar a cruentas dictaduras apoyadas y financiadas por Estados Unidos. Cientos de miles de latinoamericanos murieron y las heridas aún están abiertas.
En países como Argentina, Chile y Uruguay los militares, antes intocables, son juzgados y condenados por graves violaciones a los derechos humanos en esos años; en otros, como en Guatemala, hay fuerte debate sobre la impunidad. Existe además controversia sobre el legado de las guerrillas, criticadas por unos y admiradas por otros.
Legado y retos
Unos grupos insurgentes se fraccionaron, desgastaron o fueron aniquilados por las fuerzas de seguridad como los peruanos Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y Sendero Luminoso, los Montoneros y el trotskista Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)en Argentina o el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) en Chile.
Pero hoy guerrillas o ex rebeldes están en el gobierno por los votos y no por las armas: el tupamaro José ‘Pepe’ Mujica en Uruguay; Dilma Rousseff en Brasil; el Frente Farabundo Martí (FMLN) en El Salvador con Mauricio Funes; y en Nicaragua el Frente Sandinista (FSLN).
El FSLN fue la única guerrilla que triunfó militarmente en 1979, después de Cuba, aunque luego perdió el poder tras un cruento conflicto armado con contrarrevolucionarios organizados por Estados Unidos, y lo recuperó en las urnas.
«Hay matices y grados de éxito o fracaso de las guerrillas. Pero hay legado. ¿Cuál es? Al ser contestatarias de un status quo, lo obligan a transformarse, a hacer concesiones, a abrir espacios, aún después de un periodo de resistencia de sectores conservadores», opinó Valle, ex miembro de una comisión del proceso de paz de El Salvador.
Políticos progresistas o cercanos a las guerrillas también han llegado al gobierno como Hugo Chávez -aliado de Cuba- en Venezuela; el líder indígena Evo Morales en Bolivia; Rafael Correa en Ecuador; Ollanta Humala en Perú, Fernando Lugo en Paraguay; y Cristina Kirchner en Argentina. Un ex guerrillero venezolano, Alí Rodríguez, dirige la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR).
Este bloque heterogéneo -unos más moderados y otros más radicales- tiene un importante liderazgo en América Latina, a la que imprimió un giro nacionalista y en lo interno aplicó políticas de justicia social.
«Hay una búsqueda de transformaciones sociales que puede ser ejemplo, porque hay un mundo muy desgastado en Europa y Estados Unidos, en lo económico y social. Aquí hay una renovación y en buena parte responde al impulso de esas guerrillas» y sus ideales, afirmó a la AFP León Valencia, ex rebelde y analista colombiano.
Valencia destacó a ‘Pepe’ Mujica como «el presidente emblemático de las guerrillas, el auténtico y que mantiene el idealismo»; a Rousseff, impulsora de una «renovación en Brasil», y a El Salvador, «ejemplo de proceso de paz» porque hay «un equilibrio de fuerzas y alternancia» entre el FMLN y la derecha.
«Tiraría ese reto a las FARC: ¿Van a ver esos procesos de las guerrillas de Brasil, Uruguay, El Salvador o a una izquierda más radical como la chavista y sandinista? Para tener algún éxito tendrían que hacer cambios en sus ideas, adaptarse al mundo de hoy y a un país como Colombia en crecimiento económico y modernización», estimó.
Para Valle la experiencia de Centroamérica, donde décadas de guerra acabaron en los años 90 con acuerdos de paz, mostró la necesidad de sumar al diálogo del gobierno y las FARC a otros actores como los empresarios y grupos civiles, e incluso a Estados Unidos, «sobre todo si está en la agenda el narcotráfico».
«Porque en América Latina se ha resuelto la violencia política pero queda pendiente la violencia social. La diferencia es que ahora hay un marco de libertades donde discutir los temas, es la ganancia», concluyó.
Foto archivo