El día llegó y el mensaje no cambió: “esto se acabó”. Cuando el árbitro principal Marlon Escalante sopló los tres pitazos finales, tras uno de los partidos más emocionantes de todo el Torneo Apertura, la prioridad, increíble pero cierto, no era el análisis del empate 3-3 entre el local Llaneros de Guanare y el Club Deportivo Lara.
La prioridad era saber si para los larenses habrá o no un mañana después del que, según sus jugadores, fue el último partido en la historia de este equipo, con un torneo aún por terminarse y cuando cuatro puntos les separan del líder, Deportivo Anzoátegui. Con un cupo a Copa Libertadores asegurado para 2013 y muy cerca de lograr el del 2014. Sus lágrimas, sus rostros, sus palabras, al unísono, ratificaron lo temido: “no jugamos más”.
Los trapos de la barra visitante no pudieron ser más elocuentes. “No hay dinero que pague nuestra alegría”, decía el más grande. “Raúl Álvarez, gerencia, paga a la plantilla”, decía la consigna que le acompañaba. Tras los tres pitazos, esa misma gente, más que cantar, parecía pedir a gritos lo que a partir de hoy muchos esperan escuchar: “Deportivo Lara no se va”.
La plantilla, esa que no hizo más que sudar y sufrir por los colores rojo y negro desde el comienzo de un sueño que primero se llamó Guaros de Lara FC y luego se conoció como Club Deportivo Lara, nos dieron una lección.
Nos enseñaron que ni siquiera cuando parece que las cosas no podrían ir peor, se puede bajar la cabeza.
El último partido de estos guerreros ante Llaneros en Guanare, fue la metáfora perfecta que resume su historia de alegrías y trofeos que ahora concluye con hondo pesar.
Ellos nunca renunciaron a la idea de prevalecer ante la adversidad y tres veces se levantaron después de caer. Ojalá y ahora, fuera de la cancha, si no la ganan, al menos la empaten, así como en este domingo inolvidable, y que así permanezca vivo este equipo.
Ojalá y como Nelson Mandela, el hombre que cambió a un país gracias a su manejo del tema del orgullo nacional a través del deporte (rugby), nuestro fútbol, nuestras dirigencias, nuestros aficionados, jugadores y su ente gremial, autoridades gubernamentales y empresarios, piensen más en un mañana mejor y transparente y, sobre todo, sean capaces de cambiar cuando las circunstancias los demandan a hacerlo.
Ojalá y el próximo domingo, insistimos, haya un partido al cual asistir y el estadio Metropolitano de Lara no vuelva a ser un gigante solitario, a un lado de la autopista. José Manuel Rey caminó hacia la puerta principal al salir del camerino y dijo que no quería hablar. “Estoy que lloro”, se le escuchó decir. No es el único. Antes de eso, tomados de la mano, miraron por última vez a sus parciales en un silente “hasta siempre”.
Foto: Daniel Báez/Enviado especial