Sin tregua
Este columnista no le quita una letra a la frase que reza: “A las mujeres ni con el pétalo de una rosa”, pero el desempeño de algunas damas por ser titulares de los poderes públicos hoy en Venezuela nos obliga a preguntarnos qué le ocurre a las mujeres que le sirven al “comandante-presidente”. Uno quisiera, después de 14 años, contar con una explicación convincente que justifique la actitud de ellas que atornilladas en altos cargos adulan sumisamente al cogollo unipersonal que las embelesa. Se trata, pues, del servilismo mas abyecto e incondicional el que estas altas funcionarias del régimen exhiben.
En efecto, las diferentes ramas del poder nacional están ocupadas por ellas. El poder judicial es un feudo femenino en eso que muy bien pudiéramos llamar el Tribunal Supremo de Injusticia. En los estados pareciera repetirse la misma situación: garantía de obediencia y la certeza de que nada de lo que decidan irá en contra de los fines supremos de quien es el representante de los Castro en esta, su recién adquirida colonia.
Veamos eso que pomposamente los jerarcas del régimen denominan poder moral. Allí se congrega el mayor número de féminas rojas rojitas que no dudan en obedecer sin chistar. De Miraflores llegan las órdenes y ellas cumplen. Si en un santiamén hay que poner tras las rejas a María de Lourdes Afiuni – sentenciada a 30 años en un monólogo presidencial dominical – pues eso se cumplirá sin necesidad de tener que manosear siquiera, el código penal. Ya nos hemos acostumbrado a que la abogada Luisa Ortega Díaz ofrezca declaraciones, solo cuando ratifica las maldades y represalias que el gran vengador maquina en sus insomnes paranoias.
¡Dígame usted la defensora del pueblo! Se ha dedicado con ahínco y pasión a justificar toda acción gobiernera, en particular cuanto haga “el corazón de la patria”. Hemos escuchado sus palabras que tienen el único fin de justificar las patrañas de su empleador. La semana pasada amenazó a los caricaturistas al mejor estilo gomecista. Imagino que ella – guiada por su dueño – quiere un pensamiento único recogido en una suerte de Granma: Todo alabanzas y jaculatorias para el “gran timonel”.
Después de la muerte de Clodosvaldo Rusián la contraloría quedó en manos de otra mujer. Perfil bajo, de vez en cuando aparece, con su mechón a lo “tongolele”, cuando le ordenan inhabilitar administrativamente a algún funcionario opositor. Mientras tanto esta silueta de país que nos va quedando se hunde en la más terrible corrupción que ese organismo no ve por ningún lado. Creo que está buscando una certificación de algún organismo internacional, que acredite a este régimen como el más transparente y honesto de la historia universal. Más o menos como el que diligenciaron y obtuvieron de la Unesco quien declaró a Venezuela: analfabetismo cero.
Y en ese otro “poder” inventado por el filosofo de Sabaneta, como es el electoral, han juntado lo más granado en materia de arrastres, arrodillamientos y genuflexiones: triple coronadas, pues. Se han llevado el palmarés con todos los honores y en Miraflores les entregarán las preseas correspondientes. Les quedó “padre” – diría un cuate – lo de las migraciones de los candidatos ungidos dedocráticamente desde Miraflores… con familia, servidumbre, amigos, otros y otras. Les dieron sus respectivos cambios sin que los solicitaran. Todo fue de una eficiencia sin precedente.
La intransigencia y la soberbia adornan las acciones de estas cuatro jinetas del Apocalipsis electoral. La legislación electoral se la pasan por “el arco del triunfo” sin que les quede el más mínimo remordimiento. El cuarteto obedece, escrupulosamente, las órdenes de la cúpula individual, quienes en comandita planifican elecciones y legitiman triunfos, que han sido productos del ventajismo y del uso discrecional de los recursos –humanos y materiales– del Estado.
Pero recordemos a otra dama resteada con el “socialismo” del siglo XXI – la valiente y abnegada Cilia Flores – se fue con sus bufandas a la procuraduría de la nación. Salió de la asamblea nacional dejando en la nómina del parlamento hasta el gato de su casa. La verdad es que su imagen se ha difuminado en la escena mediática. No es tan notoria su presencia con su estilo chillón y reiterativo… aquel quejumbroso discurso que repite el guión caletreado en los “círculos de estudio”, alrededor del marxismo folletinesco de la Marta Harnecker. Contra todo este estado de cosas votaré, en la tarjeta del MAS, el 16–D. Anímese.