#Opinión: El país de las elecciones Por: Iván Olaizola D’Alessandro

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La estrella 51. Los puertorriqueños como que no le pararon mucho al discurso anti imperio del teniente coronel felón.
Quién puede dudar de que en Venezuela, nuestro país, se practica la mejor democracia del mundo. Tenemos un presidente que toma todas sus decisiones delante de todo el pueblo, a través de cadenas nacionales de radio y televisión, para que todos lo vean y se enteren de primera mano. Así, destituye y designa ministros y los regaña; aprueba créditos adicionales y promueve invasiones. Cambia leyes y propone nuevas. Quita y pone candidatos. Ordena detenciones de adversarios políticos. Le ordena a los demás poderes públicos qué deben hacer y qué no. Asciende y desciende militares. Ordena movimientos de tropas para invasiones a potenciales enemigos. Compra y vende bienes nacionales.    Rompe relaciones internacionales e insulta a mandatarios de otros países. Comenta sus intimidades. Le envía saludos a dignatarios “demócratas” del mundo: “Jaguar yu Fidel”. Dicta clases magistrales de historia patria. Conversa con el Libertador. En fin que hace sus gabinetes no como los ingleses, a la sombra, sino de forma totalmente públicas. Ah, pero nos falta mencionar lo más acabado de la democracia revolucionaria: las elecciones. En 14 años de mandato, ha ordenado hacer, si la memoria no me falla, 15 elecciones, una de las cuales, la del referendo revocatorio, fue muy a su pesar. Más democracia que esta, bueno tómate un mondongo.
Sin embargo, a pesar de eso hay mucha gente, de aquí y de fuera, que lo tildan de dictador, da autoritario. Creo que eso es injusto. Es que, probablemente, no se ha comprendido su filosofía de gobierno. Su estrategia de conducir el país. Su concepción de democracia. Pienso que no ha habido, no hay y no habrá un líder, un dirigente, un estadista, con la capacidad democrática de este soldado. Él entiende que hay que estar consultado permanentemente al pueblo. Por eso usa los medios de comunicación social, permanentemente, para decirle a su amado pueblo, al soberano, lo que en sus noches de insomnio y en la soledad palaciega y de acuerdo a su real saber y entender es mejor para él. O sea para el pueblo, ojo. Igualmente usa los procesos electorales para hacer las grandes consultas. Él se toma el trabajo, la inmensa tarea, de designar a los candidatos a cualquier cargo de elección popular: gobernadores, diputados, alcaldes, legisladores, munícipes, etc., para que su amado pueblo vote por ellos, los elija y ratifique así su decisión. Y le ordena a su Consejo Electoral cómo debe hacerse para que este mandato se cumpla a cabalidad. Y el pueblo feliz y contento. Todos estos procesos rematan en el balcón del pueblo, no podría ser de otra manera. Más democracia, imposible. Qué griegos ni qué ocho cuartos.
Así llevamos 14 años y vamos para 20. Qué importa la economía del país, que importan los muertos de fin de semana. Y los huecos en las carreteras y los puentes caídos. Y los hospitales sin insumos y las escuelas destartaladas. Y la escasez de alimentos y medicinas. Y los robos, atracos y secuestros, e invasiones. Y la corrupción. Y el deterioro de la institucionalidad del Estado. Y la destrucción de la FAN. Y el deterioro moral de la población. Nada de eso debe importar. “Es la democracia estúpido”. Eso es lo que importa. Ya lo dijo un ex del imperio: “Venezuela tiene el mejor sistema electoral del mundo”. Nos viene a la memoria aquella celebre consigna: “con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo”. Y como el propio jefe de la revolución dijera una vez: “no importa andar desnudos, pero somos revolucionarios”. “Patria, socialismo o muerte, o vida”, total no importa. Lo que importa es la democracia. ¿En qué otro país del mundo se vive tan intensamente y a plenitud la democracia? Primero muertos que dejando de votar. Viva el CNE. Rosita si, Afiuni no. Viva el TSJ.

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