La ciudad estaba insoportable, el calor agobiante y, como siempre el tránsito pesado; la señora que conducía el auto del lado gritaba como loca al señor de edad que estaba parado frente al semáforo esperando a que cambiara.
Al final se bajó de su auto y le golpeó la ventanilla, gritandole: ¿No se da cuenta que el semáforo está dañado? Despierte y muévase. La agresividad es un gran enemigo a vencer por todos. Y no importa si la guardas dentro de ti o la dejas escapar, sus consecuencias te hacen tanto daño a ti y a los demás.
Usualmente esas personas a quienes agredimos y lastimamos cuando estamos agresivos son las que más queremos. La agresividad es una reacción desproporcionada a las situaciones cotidianas que nos causan tensión y frustración.
Aparece contra el que nos quitó el puesto en el estacionamiento, o con el empleado público incompetente, con el niño llorón, con una persona exigente o en presencia de un jefe incomprensivo. La manera como reaccionamos está determinada por dos fuerzas instintivas e internas, de las cuales no tenemos ningún control. Una de ellas excita el sistema nervioso simpático y te prepara para la lucha y la agresión, eleva tu ritmo cardíaco y te coloca en tensión para reaccionar frente a lo que pueda ocurrir.
La otras es el sistema parasimpático que se encarga de calmarte, ayudando al cuerpo a recuperarse después del estallido. La gente con alto grado de estres reacciona muy fácilmente, se vuelve hostil y tiene un margen de tolerancia casi nulo. A pesar de las tensiones de la vida diaria, debemos aprender a controlar nuestra agresividad y calmarnos para actuar con responsabilidad en lugar de reaccionar con violencia. De esta manera podremos manejar la situación y los efectos que tiene sobre nosotros en lugar de que la situación nos controle a nosotros.
Las enfermedades del alma como la hostilidad, el cinismo, la violencia, la ansiedad, el deseo de venganza y el resentimiento están muy cerca de convertirse en enfermedad físicas como las afecciones coronarias, la alta tensión y las terminales. Tenemos que encontrar el equilibrio y comprender el vinculo entre la mente y el cuerpo para alcanzar la paz y el control. Ante tanta tensión de la vida moderna, debemos reforzar nuestro sistema parasimpatico,aprender a calmarnos, a actuar con cordura y sensatez,a no dejarnos afectar por las circunstancias por adversas que sean.
Así como hay recetas medicas para curar nuestro cuerpo también debemos encontrar recetas para sanar nuestra alma,cambiando los habitos que nos hacen daño y adoptando nuevas rutinas para mejorar nuestra calidad de vida.
#Opinión: Aprendiendo a manejar la ira Por: Albert Lopez Perozo
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